EL ENGAÑO SATÀNICO 4.5. FALSAS DOCTRINAS BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS.
- LA VERDAD EN YESHÚA
- 17 jul 2019
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EL ENGAÑO SATÀNICO 4.5.
FALSAS DOCTRINAS
BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS.
MATEO 5:7:
Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.
“Bienaventurados los misericordiosos.” La palabra traducida “misericordia” es eleemon, “que se refiere a actos concretos de misericordia en vez de simplemente una actitud misericordiosa” (Boring, 179). El antecedente hebreo es chesedh, que “significa la capacidad de entrar en la piel de otra persona hasta que podamos ver cosas por sus ojos, pensar con su mente, y sentir con sus sentimientos” (Barclay, 98). YEHOSHÙA pronuncia una bendición sobre la persona que siente el dolor de otra persona y actúa para aliviarla.
YEHOSHÙA promete, “…ellos alcanzarán misericordia.” “Es una enseñanza consistente con el Nuevo Testamento que, en realidad, solo los misericordiosos recibirán misericordia” (Barclay, 98).
– En este Testamento, YEHOSHÙA nos enseña a orar,“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos á nuestros deudores” (6:12).
¿Por qué es tan difícil perdonar?
Sólo una persona comprometida con Cristo se atreve a elevar esta oración con sinceridad. "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12).
Estas son las palabras más aterradoras en el Cristianismo.
Esta parte de la oración nos despierta espiritualmente y nos hace pensar en lo que estamos diciendo.
¿Tenemos un espíritu perdonador o no? Si las cosas no son justas con otras personas, ¿Cómo podemos ser justos con un Dios santo?
YEHOSHÙA enseñó a sus discípulos a orar, "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12).
"Nuestras deudas" es una palabra común para deudas legales, pero aquí se utiliza en deudas morales y espirituales para con Dios. Somos pecadores que hemos ofendido a Dios. "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23). "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros... Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros" (1 Juan 1:8, 10)
Somos pecadores que estamos constantemente en la necesidad del perdón. Tenemos obligaciones con Dios. Nosotros le debemos a Dios una deuda. Lo necesitamos a Él para cancelar nuestra deuda porque como pecadores nunca podemos pagar esto. Somos espiritualmente deudores en necesidad de la gracia de salvación de Dios.
"Perdónanos nuestras deudas," significa "enviar lejos, descartar, limpiar, quitar" (cf. 1 Juan 1:7-9; Ef. 1:7; Mat. 26:28). De otras Escrituras aprendemos que Dios ofrece el perdón sobre la base de la sustituta muerte de YEHOSHÙA. Nada se puede añadir a eso. Nuestra disposición perdonadora no gana el perdón de Dios. Nuestro perdón se basa totalmente en el favor inmerecido de Dios y la gracia, y no en cualquier mérito de nuestra parte. Es la gracia divina de Dios en Cristo que nos salva (Efesios 1:7; 2:8-10).
El acto de perdonar a otros no merece una recompensa o ganancia eterna, la salvación o vida eterna. Sin embargo, cuando nosotros perdonamos a otros, esta es la prueba de que la gracia de Dios está en nuestros corazones.
Mateo 10:8
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
Lo que es imposible para nosotros llevar a cabo en nuestra propia fuerza, Dios nos permite hacerlo por el poder de su morada en nuestros corazones. Si mantenemos nuestra amargura y rencor y el no perdonar, tenemos que examinarnos a nosotros mismos. El apóstol Pablo nos amonesta, "!Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos!¨! ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que YEHOSHÙA está en vosotros, a menos que estéis reprobados?! (2 Corintios 13:5).
La gracia de Dios en el corazón del creyente le lleva a la santificación de las verdades de la Palabra de Dios. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
En la más hiriente experiencia de vida nosotros perdonamos, y elegimos perdonar de nuevo. Se trata de un proceso por el que confesamos nuestros pecados, y decidimos perdonar a la persona que nos ha ofendido. Es una elección que hacemos de una vez por todas para que esto se vaya y confiar en Dios con las consecuencias. Y cada vez que el "hombre viejo" lo trae de nuevo, nosotros elegimos perdonar de nuevo. Nuestra naturaleza pecaminosa nos recordara las heridas de la vida.
Cuando decidimos perdonar, nosotros demostramos que somos hijos de Dios y hemos experimentado Su gracia salvadora. Por naturaleza, este no es algo que hacemos por nuestra cuenta. La naturaleza humana, dice hazte cargo, véngate, no permita que esto suceda en usted.Nos hemos convertido en personas nuevas, un cambio radical ha tenido lugar en nuestros corazones y no podemos vivir en el carácter de la persona que èramos antes de que viniéramos a Cristo. El poder de perdonar viene de la vida nueva en Cristo.
La salvación siempre comienza con la elección de la gracia de Dios y nunca con nosotros (1 Juan 4:19; Juan 13:15; Efe. 4:32; 1 Pe. 2:21). La evidencia de la gracia de salvación es cómo respondemos a las circunstancias de la vida.
YEHOSHÙA enseñó a sus discípulos a orar, "Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores." La idea se puede parafrasear: "Perdónanos nuestros pecados, en proporción, como también nosotros perdonamos a los que han pecado contra nosotros." YEHOSHÙA lo dice con palabras poderosas en los versículos Mateo 6:14 -15 que si también nosotros perdonamos a otros, Dios nos perdonara a nosotros, pero si nos negamos a perdonar a otros, Dios se negara a perdonarnos.
"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial" (Mateo 6:14-15).
Ninguna excusa, o interpretar las palabras de una manera que satisfaga nuestra naturaleza humana pecaminosa funcionará. El perdón humano y el perdón divino son relacionales, una es vinculante a la otra. YEHOSHÙA dice nuestro perdón a los demás y el perdón de Dios a nosotros no pueden separarse. Están relacionados entre sí
– Dos veces cita Oseas 6:6, el cual proclama un llamamiento por la misericordia en vez del sacrificio (9:13; 12:7).
Aquel pueblo estaba simplemente cumpliendo las formas. Es posible que uno vaya a la iglesia todos los domingos y muestre una adhesión total a las verdades fundamentales de la fe cristiana y las normas establecidas por cada iglesia. Pero pudiera ser que su actitud hacia el mensaje que escuche, o hacia los demás sea distante, o quizás crítica. Dios quiere que usted asista a la iglesia con una actitud de apertura a lo que Él quiera enseñarle, con una sensibilidad y una conciencia clara de que necesita, conocer mas de sus VERDADES, EL ETERNO desea que comprendamos que debemos recibir ese alimento espiritual y que ese alimento es vital para el desarrollo de nuestra vida cristiana. Dios quiere que permitamos que la Palabra de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo, penetre en nuestras vidas, la transforme, y mostremos en nuestro carácter las evidencias de esa obra del ESPIRITU SANTO en nuestras vidas, mientras no lleguemos aplicar la Palabra de Dios en nuestra vida diaria y mostremos que hay una evidencia de misericordia en nuestro corazón y en nuestras vidas, tendremos que aplicar lo que dice este versículo 6, que otra versión traduce de la siguiente manera: "Lo que quiero de vosotros es que me améis y no que me hagáis sacrificios, que me reconozcáis como Dios y no que me ofrezcáis holocaustos". Ninguna actividad de cualquier congregación o iglesia, por más atractiva, interesante o positiva que sea, puede sustituir a un estudio serio y ordenado de la Palabra de Dios, centrado en la obra redentora de YEHOSHÙA, la obediencia a sus enseñanzas, en la labor regeneradora y santificadora del ESPIRITU SANTO que nos permita alcanzar la estatura de la plenitud de CRISTO.
– Nos da la parábola del sirviente que no perdona, condenando a la persona que falla la prueba de la misericordia (18:21-35).
Este es un pasaje difícil porque aparentemente demanda demasiado. Nos ayudará ver el pasaje en su contexto, que lo suaviza un poco… pero solamente un poco.
El capitulo comienza con los discípulos preguntando quién es el mayor en el reino de los cielos (versículos 1-6). YEHOSHÙA pone a un niño en medio de ellos y les dice: “Cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.” YEHOSHÙA continúa y les dice que sería mejor para nosotros ahogarnos en la profundidad del mar que hacer tropezar a uno de esos pequeñitos. YEHOSHÙA está realmente preocupado por las personas más vulnerables, y nos llama para que compartamos su preocupación.
YEHOSHÙA continúa con la parábola de la oveja perdida (versículos 10-14). El Gran Pastor no está contento con tener noventa y nueve ovejas seguras, sino que arriesga todo para salvar a la oveja perdida. A los ojos del Gran Pastor cada oveja es importante, ninguna está de más. YEHOSHÙA nos llama a encarnar este mismo sentido de compromiso por la oveja que está fuera del redil.
Después YEHOSHÙA ofrece una guía detallada con respecto a cómo solucionar los conflictos en la iglesia (versículos 15-20). El objetivo es la reconciliación, y nuestra obligación es ir hacia la reconciliación incluso con el gran costo de tiempo y energía que esto requiere. La pena es severa para aquellos que rehúsan responder al proceso de reconciliación, pero el proceso no está diseñado para castigar, sino para abrir los ojos a los ofensores a la seriedad de su ofensa; y a traerlo o traerla otra vez al redil.
El elemento común en estas porciones del capítulo 18, es que estas nos llaman a deshacernos de la calculadora cuando se trata de relaciones interpersonales.
• Ningún cuidado es demasiado grande cuando se trata de los más pequeños, de los vulnerables. No solamente debemos evitar hacerlos tropezar, sino que también debemos imitar su humildad.
• Ningún riesgo es demasiado grande cuando buscamos a una oveja perdida. Debemos realizar cualquier esfuerzo para hallar a la oveja perdida y restaurarla al redil.
• Ningún esfuerzo es demasiado grande al tratar de restaurar la paz en la iglesia. La víctima debe tomar la iniciativa para buscar al ofensor y resolver el conflicto. Eso no se puede hacer de uno-a-uno, la víctima debe buscar la ayuda de uno o dos más. Si eso falla, la víctima debe solicitar la ayuda de toda la iglesia. No podemos simplemente “borrar” a un hermano o hermana cristiana. Incluso el paso final de la excomunión (expulsión) se intenta como una llamada para despertar, más que como una expulsión irrevocable.
• Nuestro pasaje, simplemente extiende la preocupación de las partes anteriores del capítulo llamándonos a tirar a la basura la calculadora cuando se trata del asunto del perdón. El asunto central no es la justicia, sino la reconciliación.
Santiago 2:13
13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.
¿CUÁNTO HE DE PERDONAR?
21Entonces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí? ¿Hasta siete? 22Jesús le dice: No te digo hasta siete, más aun hasta setenta veces siete.
La pregunta de Pedro vuelve a los versículos 15-20, donde YEHOSHÙA da un detallado procedimiento para efectuar la reconciliación cuando un cristiano o cristiana peca. Pedro está enunciando un asunto práctico: ¿Qué tan lejos deben ir los discípulos con respecto al perdón?
“Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano…?” (griego = ho adelphos mou, literalmente “mi hermano”). En muchos otros lados, YEHOSHÙA lidia con las relaciones fuera de la iglesia (“Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos” 5:44), pero en este pasaje trata sobre perdonar a nuestros hermanos y hermanas cristianos.
En la versión de Lucas de esta historia, YEHOSHÙA dice, “Si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere á ti, diciendo, pésame, perdónale.” (Lucas 17:3-4). En esa versión el perdón es condicional al arrepentimiento. En la versión de Mateo, YEHOSHÙA no menciona el arrepentimiento. Sin embargo, los versículos 15-20 claramente requieren el arrepentimiento y un cambio en la conducta si el pecador ha de continuar en la iglesia, y la parábola que YEHOSHÙA usa para ilustrar el perdón (versículos 23-35) es una historia de dos deudores cuya súplica por misericordia constituye un tipo de arrepentimiento. Es justo decir que aquí estamos lidiando con un pecador arrepentido.
En vez de escuchar la respuesta de YEHOSHÙA, Pedro propone la suya: “¿Hasta siete?” Siete veces es algo generoso. La norma rabínica era tres, basados en Amós 1-2: “Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no desviaré su castigo,” una frase repetida varias veces en esos dos capítulos. La idea es que Dios perdona tres pecados y castiga el cuarto. Pedro siente que YEHOSHÙA quiere que sus discípulos vayan todavía más allá de eso, así que lo eleva al doble y una más para tener una buena medida.
El siete también es un numero santo para el pueblo judío que simboliza “la perfección, totalidad, abundancia, descanso, y completamiento” (Lockyer, 968). Tiene asomos de infinitud; por ejemplo, los siete días de la semana constituyen un ciclo interminable; así que la propuesta de Pedro puede ser todavía más generosa de lo que puede parecer a primera vista.
La respuesta de Jesús demuele la cuidadosa construcción de Pedro. “No te digo hasta siete, más aun hasta setenta veces siete.” El griego, hebdomekontakis hepta es ambiguo, y puede significar setenta y siete o setenta veces siete. Sin hacer caso de esto, YEHOSHÙA no nos está invitando a llevar cuidadosos registros de las veces que perdonamos, sino que está colocando una norma que hace que llevar esos registros sea poco práctico. YEHOSHÙA no nos está dando una lección de matemáticas, sino una lección sobre la gracia. ¿Quién puede perdonar setenta veces siete –o incluso setenta y siete veces— y llevando un registro de ello? ¿Quién puede perdonar tan HABITUALMENTE sin convertirse en una persona perdonadora? Recalco esta palabra ya que el siguiente articulo puede darnos luz al respecto:
“Hasta hace poco se pensaba que modificar y automatizar un hábito requería 21 días. ¡Demasiado optimismo! Un estudio reciente de Jane Wardle, del University College de Londres, publicado en European Journal of Social Psychology, afirma que para convertir un nuevo objetivo o actividad en algo automático, de tal forma que no tengamos que tirar de fuerza de voluntad, necesitamos 66 días. Sinceramente, ¡qué más da que sean 21 o 66! Lo interesante es que somos capaces de aprender, entrenar y modificar lo que elijamos y deseemos. El número de días es relativo. Depende de factores como la insistencia, perseverancia, habilidades, de las variables psicológicas de la personalidad y del interés. El cambio ronda en torno a los dos meses y pico. ¿Qué son dos meses en el ciclo de nuestra vida? Nada. Se necesita ese tiempo para ser capaces de dar el cambio que deseamos. Y esto nos hace libres y poderosos.”
Para mi es muy posible que YEHOSHÙA, en esta respuesta estaba mostrando su omnisciencia acerca del ser humano, e indicando a Pedro que debíamos perdonar hasta que sea algo habitual en nosotros y no sea una carga pesada y obligada a llevar, es decir que sea una acción espontanea en nosotros.
¿Quién puede olvidar el pecado de la otra persona mientras pone marcas de gis (tiza) en la pared? Llevar un registro no es perdonar, sino más bien ir marcando el camino hasta el día en que podamos tomar venganza. El motivo de llevar un registro no es la reconciliación, sino el desquite, las represalias. Ir llevando un registro del perdón otorgado es como ser un banquero tramposo cuyo motivo es ir haciendo el registro de las deudas hasta que ya no se pueda pagar la hipoteca. YEHOSHÙA propone algo completamente diferente. “Setenta veces siete es cuatro cientos noventa veces: ‘podemos hacer esa multiplicación en nuestra cabeza’. Pero (lo que YEHOSHÙA propone) es aritmética celestial: ‘Debemos hacerlo en nuestros corazones’” (Buttrick, 475).
El numero siete y setenta y siete pueden tener sus raíces en Génesis 4. Ahí Dios pronuncia un castigo septuplicado para cualquiera que mate a Caín (v. 15), y Lamec lo extiende hasta setenta veces siete para cualquiera que quiera matarlo a él (v. 24). Si los números siete y setenta y siete en Mateo 18 verdaderamente se derivan de Génesis 4, estos proveen un giro irónico. En Génesis, los números se refieren a la venganza. En Mateo, se refieren al perdón.
Los problemas que surgen por la respuesta de YEHOSHÙA son serios y numerosos. ¿Acaso YEHOSHÙA requiere que nos coloquemos completamente a la merced de un pecador no amoroso y que no se arrepiente? ¿Acaso él elimina las soluciones de “amor duro” para problemas de alcoholismo, adicción y abuso? ¿Acaso requiere un tipo de pasividad que nos haga un blanco fácil para personas sin escrúpulos? Encontramos la respuesta a estas preguntas en los versículos 15-20, donde YEHOSHÙA bosqueja un proceso riguroso para lidiar con un hermano o hermana que no se quiera arrepentir: un proceso que puede llegar hasta la expulsión. YEHOSHÙA claramente intenta que tomemos en serio los problemas serios y que tomemos acciones correctivas fuertes donde se necesite. La meta de los versículos 15-20 es la disciplina (y con esperanza la restauración) del pecador o pecadora que no se ha arrepentido. La meta de los versículos 21-35 es el perdón del pecador arrepentido, dando relevancia a la misericordia.
– Condena los escribientes y los fariseos por su escrupulosa atención al diezmo mientras no prestan atención a asuntos más importantes como justicia, misericordia, y fe (23:23).
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas."
Aquellos personajes eran tan meticulosos y llegaban tan lejos en el cumplimiento de la práctica de contribuir con la décima parte de sus posesiones, que la aplicaban a las más pequeñas especias como la menta, el eneldo y el comino. Pero habían descuidado los Temas más importantes de la Ley, que podrían haberles conducido hacia la persona de YEHOSHÙA.
Es la naturaleza de Dios demostrar misericordia, pero Dios requiere que nosotros también la compartamos. “…la primera prueba la obediencia de la ética de YEHOSHÙA no es si el obedecer le hace a uno más fuerte moralmente, sino si le hace a uno más tierno – misericordioso” (Bruner, 146).
Si es verdad que los misericordiosos recibirán misericordia, también es verdad que aquéllos que han recibido misericordia estarán más dispuestos a dar misericordia. Habiendo necesitado misericordia, ellos pueden simpatizar con aquéllos que la necesitan. En este sentido, la misericordia es cíclica. La cuestión es como empezar el ciclo de misericordia. Dios lo hizo al amarnos cuando todavía éramos pecadores (Rom. 5:6-8). Dios nos manda al mundo para mantener viva la misericordia.
NO EXISTE MANERA DE ALCANZAR MISERICORDIA SIN ARREPENTIRNOS, Y MANTENER ESA FLUIDEZ CON EL ETERNO IMPLICA SER MISERICORDIOSOS PARA CON NUESTROS SEMEJANTES, CUALQUIER DOCTRINA QUE MANIFIESTE LO CONTRARIO, ES UNA FALSA DOCTRINA….
NOS VEMOS EN EL PREÀMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO, VESTIDOS DE LINO FINO RESPLADECIENTE……..
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