EL ENGAÑO SATÀNICO 4.6.1 FALSAS DOCTRINASBIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO CORAZON
- LA VERDAD EN YESHÚA
- 22 jul 2019
- 13 Min. de lectura
EL ENGAÑO SATÀNICO 4.6. 1
FALSAS DOCTRINAS
BIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO CORAZON
"Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios." Mateo 5: 8.
La persona limpia de corazón evita la codicia, los celos, la envidia, el chisme, el falso testimonio, los malos deseos, los fraudes, cumple con su palabra, ama incluso a sus enemigos, no juzga de manera injusta, no viven exclusivamente por lo material, se aferran al bien, respetan y obedecen la ley de Dios.
Cuando un corazón esta intoxicado por malos pensamientos se aparta del camino y nunca podrá ver a Dios, en cambio quien obra limpiamente de corazón tendrá la bienaventuranza ver a Dios.
Una peculiaridad del grandioso Sumo Sacerdote YEHOSHÙA, nuestro Señor y Salvador, es que Su enseñanza tiene por blanco los corazones de los hombres. Otros maestros en tiempos de su ministerio terrenal y mucho mas en la actualidad, se han contentado con una reforma moral externa, pero Él buscó la fuente de toda maldad para limpiar el manantial de donde proceden todos los pensamientos, y las palabras y las acciones pecaminosas. Él insistió una y otra vez que, mientras el corazón no fuera limpio, la vida tampoco podría serlo nunca.
Antes de continuar debemos tener claro lo siguiente:
MATEO 15:10-20
10 Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended:
11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12 Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?
13 Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
14 Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
15 Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola.
16 Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento?
17 ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina?
18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
Este discurso es bastante sorprendente porque, en él, Jesús ni minimiza ni pone a un lado las leyes de la Tora sobre la comida. El asunto es definir lo que constituye la verdadera santidad.
Los fariseos y escribas piensan que la santidad es la observación fiel de la ley. Estamos tan familiarizados con el conflicto entre Jesús y los escribas y fariseos, que encontramos difícil apreciar la perspectiva de estos últimos. Las leyes levíticas sobre la alimentación son una parte importante de las prácticas religiosas judías. Son el corazón de la Tora, la parte más santa de las Escrituras judías. Estas leyes ayudaron a crear el sentido de ser un pueblo aparte, tan importante para la identidad judía. El movimiento era circular. El pueblo de Dios guardaba las leyes de alimentación, y esas leyes les ayudaron a establecer su identidad como pueblo de Dios.
La ley declaraba ciertos alimentos como impuros, y comer esos alimentos contaminaba a quienes los comían. Esto no tenía nada que ver con la higiene o la salud, sino con la santidad; es decir, con la obediencia a la voluntad de Dios. Dios había especificado lo que era y no era permitido. Así que no observar estas leyes constituía un acto de rebelión contra Dios. Jesús dice “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”. Él cambia el eje de lo que entra en la boca (comida) y lo pone en lo que sale del corazón (pensamientos, sentimientos, y motivos).
No hay duda de que el comentario de Jesús es sorprendente y ofensivo para los fariseos y escribas de Jerusalén. Ellos han dedicado sus vidas, personal y profesionalmente, a la pureza ritual; es decir, a la interpretación y observación de la Tora y la Mishna. Sus credenciales son impresionantes y les ha costado trabajo ganarlas. No solamente observan la Tora y la Mishna, sino que también demandan que otros las observen. De hecho, así ellos se convierten en un tipo de policías religiosos. Y nos hacen recordar a losmullahs musulmanes que interpretan e implementan las prácticas del Islam y su observación rígida en la actualidad.
Este es un problema muy actual para la iglesia de Mateo al final del primer siglo, porque es una iglesia que está en transición. Al principio, la iglesia era totalmente judía, pero eso cambio cuando se comenzó a aceptar a gentiles (ver la historia de Pedro y Cornelio en Hechos 10). Cuando Mateo está escribiendo su Evangelio, los cristianos judíos y gentiles están luchando con el asunto del lugar que debería tener la ley judía en la vida de la iglesia. En Mateo, Jesús deja en claro su devoción a la ley cuando dice: “No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino á cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.” (5:17-18). ¿Significa esto que los cristianos están obligados a observar las leyes alimenticias judías –las otras leyes levíticas— y la Mishna? Ese es el asunto que Mateo está tratando de aclarar.
En este evangelio, YEHOSHÙA cambia el énfasis del perfecto cumplimiento de las reglas, al de los propósitos de esas reglas que fueron diseñados para servir. “Lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (v. 11). Después, hablando a sus discípulos, YEHOSHÙA lo clarifica, “Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por lavar no contamina al hombre” (vv. 19-20).
El bien y el mal no brotan de lo que se come, sino del corazón. La inmundicia de los intestinos no se puede comparar con la inmundicia que hay en el corazón. Fácilmente nos deshacemos de la inmundicia del intestino, y ya no nos afecta. La inmundicia que hay en el corazón es otra cosa. La inmundicia de nuestros corazones encuentra expresión en las palabras que salen de nuestras bocas, y las palabras de nuestras bocas nos dirigen a las obras de nuestras manos. La cólera en nuestros corazones da paso a palabras hirientes y hechos violentos. En años recientes se ha hecho popular la noción de que ventilar el enojo lo disipa, que hace que se evapore. Más recientemente, hemos llegado a entender que palabras dichas con cólera y odio simplemente hacen que el enojo se fortalezca, que se alimente. Las palabras dichas con odio dañan a todos: a la persona que las dice, a la persona a quien se le dicen, e incluso a la persona que casualmente las oye.
• Consideren al niño o niña que oye a sus padres lanzarse palabras de odio el uno al otro.
• Consideren el Holocausto, que empezó con las palabras llenas de odio de Hitler.
¿Cuántas personas murieron como resultado de aquellas palabras? ¡Seis millones de judíos! ¡Veinte millones de soviéticos! ¿Cuántos americanos? ¿Cuántos alemanes? ¿Cuántos italianos? ¿Cuántos polacos? ¡Y todo comenzó con palabras dichas con odio y en un tono alto!
• Consideren los hechos de los terroristas musulmanes actuales. Su violencia brota naturalmente de las palabras de sus líderes extremistas.
A nosotros nos gusta decir “los palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca podrán herirme”, ¿será siempre cierto? Todos hemos sido heridos por palabras impulsivas y llenas de odio. Esas palabras no solamente producen espíritus heridos, sino que también producen violencia y asesinatos.
Las llamadas terapias de choque, las utilizan los psicólogos principalmente para tratar las fobias. De lo que se trata en este caso es de exponer al paciente, de forma directa, a sus propios miedos. Se le presiona para que lo haga, pero al mismo tiempo se le acompaña.
Quienes han sido tratados con este tipo de terapia refieren que llegan a experimentar una verdadera agonía antes de exponerse al miedo que los atormenta.
Sin embargo, cuando lo logran y no escapan, ocurre todo lo contrario. Se llenan de bienestar y de gran confianza en sí mismos. Por lo general, si hablamos de terapia de choque -también existe la exposición progresiva-, solo es necesario que lo hagan una vez para que la fobia desaparezca.
Como en todo lo humano, también en este caso no se puede decir la última palabra. En la psicología no hay nada que pueda considerarse como verdad absoluta. Cada persona es un mundo.
Lo que es beneficioso para alguien, podría ser desastroso para otra persona. Así que ni las terapias de choque ni otro tipo de tratamientos deben decidirse sin que de manera previa se haya realizado una evaluación profunda del caso que se pretende tratar.
La confrontación es un recurso psicológico que trabaja a caballo entre el pensamiento y la emoción.
Haciendo referencia a dos autores de nuestro campo enormemente conocidos, Ellis la llamaba “técnica socrática”, pues se centraba en desafiar las creencias del paciente, mientras que Rogers la conocía como “reflejo de sentimiento”, debido a la búsqueda de encontrar las emociones ligadas a la expresión verbal de la persona.
Dicho de otro modo, la confrontación es una herramienta muy útil en el proceso terapéutico porque ayuda a que la persona pueda dar otro enfoque a la situación que atraviesa (en la que puede haberse quedado “atascado”). Cuando la persona consigue posicionarse de forma distinta con respecto a su problema, suele ser mucho más capaz de encontrar también alternativas conductuales.
Sin embargo, es una técnica que se debe emplear de forma muy cuidadosa, y cada psicólogo debe calibrar cómo y con qué pacientes puede hacer uso de una confrontación.
Esto se debe a que no sólo genera un aumento de consciencia sobre el problema y un posible cambio a nivel cognitivo, sino que también puede generar un impacto emocional para el que la persona puede no estar preparada y con el que no sepa muy bien cómo lidiar.
Por esa razón, se recomienda que las preguntas y afirmaciones de tipo confrontativo no se den en las primeras sesiones de intervención psicológica, ya que la alianza terapéutica todavía no es lo suficientemente sólida como para que la persona, si sufre un impacto, se apoye en el psicólogo para hablarle de cómo le ha afectado dicha confrontación.
Si la utilizamos intensamente desde el inicio de la relación terapéutica, es muy probable que creemos una sensación de “ataque” hacia el paciente y esto le provoque rechazo hacia la figura del psicólogo y, por ende, hacia la terapia.
En la iglesias hoy dia pueden confundirse ambas terapias, aplicarse de manera distorsionada y aun mas grave de manera irresponsable para resolver problemas interrelacionales, esto podría agravar la situación en vez solucionarla.
El memorable Sermón del monte, del cual tomamos nuestro texto, comienza con la bienaventuranza: "Bienaventurados los pobres en espíritu", porque Cristo estaba tratando con los espíritus de los hombres, con su naturaleza interna y espiritual. Hizo más o menos lo mismo con cada Bienaventuranza, y la sexta da en el propio centro del blanco, puesto que no dice: "Bienaventurados los de limpio lenguaje, o los de limpia acción," y mucho menos: "Bienaventurados los de limpias ceremonias, o los de limpio vestido, o los de limpio alimento", sino que dice: "Bienaventurados los de limpio corazón."
Oh amados, independientemente de que la así llamada "religión" reconozca como su seguidor al hombre cuyo corazón sea impuro, YEHOSHÙA no lo hará. Su mensaje a todos los hombres sigue siendo: "Os es necesario nacer de nuevo"; es decir, la naturaleza interna debe ser regenerada divinamente, pues, de lo contrario, no pueden entrar y ni siquiera ver, ese reino de Dios que Cristo vino a establecer en este mundo.
A titulo personal considero que para solucionar los problemas de interrelación en la iglesia la clave está en la acción renovadora del ESPIRITU SANTO en cada creyente, hasta que el creyente no logre limpiar su corazón convencido por LA PALABRA de la necesidad armonizar en el vìnculo de la paz, difícilmente podrá interesarse en arreglar sus problemas interrelacionales, apliquemos las terapias que queramos.
Si nuestras acciones parecieran ser limpias, pero nuestro motivo fuese impuro, serían nulas por completo. Si nuestro lenguaje fuera virtuoso pero si nuestras corazón se gozara en imaginaciones malvadas, si nos conducimos de conformidad a nuestros deseos. Si nuestras acciones son de acuerdo a la tendencia de la corriente de nuestros afectos, de nuestros gustos reales e íntimos y de tus nuestras aversiones, debemos siempre recordar algo, algún dia compareceremos ante EL. Lo único que el hombre pide de nuestras manos es la pureza externa, "Pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón"; y las promesas y las bendiciones del pacto de gracia pertenecen a quienes son limpios de corazón, y a nadie más.
Al hablar sobre nuestro texto, quiero mostrarles, primero, que la impureza de corazón es la causa de la ceguera espiritual; y, en segundo lugar, que la limpieza del corazón nos admite a un glorioso espectáculo: "los de limpio corazón verán a Dios." Luego habré de mostrarles, en tercer lugar, que la limpieza del corazón es una operación divina que no puede ser realizada por nosotros mismos, ni por ninguna agencia humana; debe ser obrada por Él, quien es el tres veces santo Señor Dios de los Ejércitos.
I. Primero, entonces, debo señalar que LA IMPUREZA DE CORAZÓN ES LA CAUSA DE LA CEGUERA ESPIRITUAL, o la causa de gran parte de ella, sino es que de toda ella.
Juan 9:13-41
(Jn 9:13-41) "Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.
Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.
Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece."
Los vecinos del que había sido ciego creyeron que un milagro tan extraordinario debía ser examinado por la autoridad religiosa, así que llevaron al hombre ante los fariseos.
Ahora bien, las obras del Señor ya habían despertado una fuerte oposición entre los líderes religiosos judíos en otras ocasiones, así que no debemos esperar que estuvieran muy predispuestos a aceptar este nuevo milagro. Como ya sabemos, el problema radicaba fundamentalmente en que YEHOSHÙA no se sometía a las normas religiosas que ellos habían añadido a la Palabra de Dios, especialmente en lo relacionado con el día de reposo.
Para esta ocasión se convocó una reunión más o menos formal ante un grupo de representantes autorizados por el Sanedrín. Como líderes religiosos tenían que dar un veredicto acerca de este milagro y también acerca de YEHOSHÙA. Lo lógico habría sido que un hecho tan extraordinario hubiese silenciado y avergonzado a cuantos se oponían a YEHOSHÙA, pero como vamos a ver, tuvo el efecto contrario: en lugar de recibirle como el Mesías, le condenaron, y también expulsaron de la sinagoga al que había recibido el milagro. Tal grado de ceguera espiritual empezaba a ser extremadamente grave.
Pero vamos a considerar los hechos desde el principio. El evangelista nos dice que "era día de reposo cuando YEHOSHÙA había hecho el lodo, y le había abierto los ojos". Este detalle se menciona aquí, antes de iniciar el interrogatorio, porque va a ser decisivo para las conclusiones finales. Los judíos consideraban que amasar tierra y saliva era un trabajo prohibido en el día de reposo. Pero en realidad, esto no era lo que decía la ley de Dios, sino una interpretación que ellos habían añadido al mandamiento divino y por la que se regían en sus juicios. Pero como ya sabemos, para el Señor YEHOSHÙA la Palabra de Dios era la única norma auténtica de fe y conducta, razón por la que cada vez que las tradiciones judías entraban en oposición con la Ley, él no tenía ningún reparo en ignorarlas, e incluso condenarlas. Y por otro lado, para el Señor hacer obras de misericordia era prioritario, y no iba a dejar de hacerlas ni siquiera en el día de reposo. Como él mismo había señalado en una ocasión anterior, también su Padre seguía haciendo estas obras en el día de reposo (Jn 5:17-18).
Todo esto predisponía a los judíos muy negativamente contra YEHOSHÙA, hasta el punto en que aunque vieran un milagro tan extraordinario como el de la curación de un ciego de nacimiento, ellos buscarían la forma de no dar ningún crédito al Señor. Pero en este caso, como en muchos otros antes, lo tenían muy difícil. Su primera línea de actuación consistió en buscar algún defecto de forma en el proceder del Señor, así que le preguntaron al que había sido ciego "cómo había recibido la vista". Y el que había sido ciego explicó nuevamente lo que ya había dicho antes a sus vecinos: "Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo".
A primera vista todo parecía correcto, pero ellos rápidamente sacaron la conclusión de que YEHOSHÙA no podía proceder de Dios porque el milagro había sido realizado en día de reposo. Pero, entonces, ¿quién lo había hecho? Si finalmente decían que no había sido YEHOSHÙA sino el Padre, ¿le acusarían también al Padre de quebrantar el día de reposo? La otra opción sería atribuirle el mérito del milagro al mismo Satanás, pero esto aun sería mucho más descabellado, aunque ya lo habían hecho en otras ocasiones (Mt 9:34). Al final, sus prejuicios religiosos contra YEHOSHÙA les llevaban a un callejón sin salida, y contra toda lógica, una vez más cerraron sus ojos a la clara evidencia y se atrincheraron en sus acusaciones contra el Señor por quebrantar el día de reposo al haber hecho lodo con su saliva. Todo esto parece ridículo y absurdo, pero así ocurre con frecuencia con muchos hombres de nuestro tiempo que también buscan desesperadamente la forma de quitar a Dios de sus vidas y de sus mentes.
Aunque los fariseos seguían rigurosamente rituales externos de purificaciòn, su corazón no estaba limpio, lo que no les permitìa ver a DIOS en YEHOSHÙA.
CONTINUA…………
NOS VEMOS EN EL PREÀMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO VESTIDOS DE LINO FINO RESPLANDECIENTE…….
Comments