top of page
Buscar

ES LÍCITO DECRETAR O DECLARAR? 1 parte

  • LA VERDAD EN YESHÚA
  • 10 may 2019
  • 9 Min. de lectura

ES LÍCITO DECRETAR O DECLARAR? 1 parte

Apocalipsis 1:6

6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Vamos abordar esta doctrina, y vamos a sustentar bíblicamente la falsedad de la misma. La Palabra de Dios es su propio interprete y si alguna doctrina no tiene sustento a lo largo de toda LAS ESCRITURAS, su veracidad está en tela de juicio. No es posible, para efectos de VERDAD sacar un versículo aislado e interpretarlo descontextualizándolo.

Si bien esta doctrina cae por si sola, cuando una gran cantidad de decretos no se cumple o llevan a cabo vamos a sustentar bíblicamente la falsedad de las misma. DIOS ES LUZ Y NO HAY NINGUNA TINIEBLA EN EL.

ENUNCIADO DE UN PROMOTOR DE ESTA DOCTRINA:

“la autoridad de rey es un derecho delegado por CRISTO a sus hijos, y esta autoridad es para ejercer dominio y señorío. DIOS le ha dado a cada creyente el derecho de ejercer autoridad en su nombre..

Poder es la habilidad divina para obrar cualquier cosa. El te ha dado autoridad y poder para ordenarle a las circunstancias, a los problemas, que se dobleguen. Tú tienes la autoridad para ordenarle a los problemas que se solucionen. Lo único que debes hacer es decretarlo en el nombre de Jesus, simplemente tú le dices en el nombre de Jesus a las cosas, tú lo decretas y estas usando el poder que Dios te dio y lo liberas a través de tu boca. Tu boca Dios te la dio para decretar, para atar y desatar. Esa situación temporal va pasar tan pronto como tú le ordenes que se vaya. Que tu ordenes a los cielos y a la tierra en el nombra de Jesus , entonces los poderes de las tinieblas tienen que oírte y tienen que obedecerte a ti, que eres hijo del Dios Todopoderoso, y tú eres intocable.”

Recientemente, escuché a un hombre —un apóstol, según él— que “decretaba” riqueza y bendición sobre su iglesia a la vez que “reprendía” al huracán Irma, que se dirigía a Florida.

La segunda parte fue evidente que no se cumplió.

Hoy en día, hay muchos que maldicen y bendicen en el nombre de Dios. Seguramente, has escuchado a más de uno “decretando” o “declarando” cuanto se les ocurre. Estas personas creen que Dios debe respaldar tales palabras, basándose en que “Dios les ha dado tal autoridad”.

Sin embargo, ¿esto es lo que enseña la Biblia? Números 22 y 23 nos enseña algunas verdades dignas de considerar respecto a la bendición y la maldición.

Balac, el rey de los moabitas, creía que la maldición y la bendición dependían del profeta Balaam, solo por ser profeta. Por eso, le pidió que maldijera al pueblo de Israel. Pero veamos la respuesta de Balaam ante la petición del rey:

“He aquí he recibido orden de bendecir, Él dio bendición y no podré revocarla» (Nm. 23:20).

Noten cómo, aunque dice “he recibido orden de bendecir”, lo que en realidad está diciendo es: “He recibido orden de notificar o declarar bendición”. La siguiente frase dice: “Él dio bendición y no podré revocarla”. Las bendiciones eran dadas por Dios, y los profetas solo las comunicaban.

En escritos anteriores hemos descrito como un ministro, profeta o un creyente es solo un mensajero de DIOS. Es un Doulos , un siervo que sirve por amor a su amo. Solo podemos hacer lo que se nos ordena.

Lo mismo pasa con la maldición. Cuando el rey Balac insistió en que Balaam maldijese al pueblo de Israel, el profeta respondió:

“¿Porque maldeciré yo al que Dios no maldijo?» (Nm. 23:8)

Por tanto, el designio de “decretar” bendición o maldición no está en las manos de los hombres. Llámese pastor, profeta, o apóstol, nadie tiene la autoridad para “declarar” sino solo Dios. Dios es el que da y el que quita (Job 1:21). El siervo de Dios solo anuncia, advierte, proclama, pero nunca “decreta” bendición o maldición. Nadie puede venir y decirnos por voluntad propia: “Yo te maldigo en el nombre del Señor”, y pensar que esto será así. Asimismo, nadie puede decir: “Yo te bendigo a ti y a tu familia en el nombre del Señor” y pensar que sucederá automáticamente (aunque lo haya hecho con las mejores intenciones).

¿Dios te bendiga o “te bendigo”?. Esta es una sencilla pregunta que plantea quién realmente está en el trono.

¿Puede algo tan inocente como el saludo tradicional cristiano hacerse complicado hasta convertirse en algo confuso?

¡Definitivamente! Parece que los creyentes somos expertos en esto. La contestación a esta pregunta abarca mucho más de lo que uno sospecha inicialmente y, como sucede muchas veces también, contestarla requiere ir a la base bíblica.

Hasta hace quizás dos o tres décadas el “Dios te bendiga” era el “saludo oficial” en el contexto de la iglesia evangélica. Por supuesto en nuestra sociedad se había utilizado por mucho tiempo en el contexto del hogar (“Dios te bendiga, mijo”).

Pero, en la iglesia, esta salutación comenzó una metamorfosis paulatina y preocupante. Comenzó a ser sustituida por “te bendigo” o “bendecido”. El nuevo saludo cobró arraigo rápidamente gracias a su uso por el movimiento de la Palabra de Fe y por imbuírsele de un tono de autoridad supuestamente espiritual.

¿Es importante este cambio? Yo creo que sí. Afecta doctrinas tan importantes como la oración, la soberanía de Dios y, por supuesto, la fe. Muchos lo usan inocentemente, pero nuestra inocencia no lo hace correcto.

Bendición en el Antiguo Testamento

En los tiempos del Antiguo Testamento era común que los padres pronunciaran una bendición sobre sus hijos antes del momento de su muerte. Tal es el caso de Isaac, Jacob y otros de los patriarcas.

En ocasiones la bendición tenía una connotación especial para el primogénito, como el famoso caso de Isaac bendiciendo a Jacob en lugar de Esaú (Gen. 27:28-29 y 28:3). Igual el caso de Jacob bendiciendo a los hijos de José (Gen. 48:15). En ocasiones, la bendición paterna incluía un elemento de profecía, como el caso de las palabras del mismo Jacob a sus otros hijos (Gen. 49:1-4).

Sin embargo, cuando hablamos estrictamente de bendiciones, debemos darnos cuenta de que la bendición en el Antiguo Testamento es en realidad una petición por la bendición de Dios. Dios es el que bendice. Porque en eso consiste la bendición en estos tiempos, es una petición a Dios, pidiendo “éxito, prosperidad, fertilidad”.

De la misma manera, más tarde ese es el tono de la llamada “bendición sacerdotal” en Números 6:22-27. (Otros ejemplos en Deut 1.11; Sal 67.1).

Bendición en el Nuevo Testamento

Esencialmente este es el mismo uso en el Nuevo Testamento. La palabra griega más usada significa, literalmente “hablar bien” o “decir buenas palabras”, “excluye completamente cualquier entendimiento mágico o místico”.

Cabe destacar que en CRISTO, ya hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual (Efe. 1:3). En YESHÚA se cumple la bendición de Números 6:22-27.

¿Saludo o magia?

La expresión hermosa y tradicional del saludo (o despedida) “Dios te bendiga”, expresa una petición, una sencilla oración. Su significado es simple: “Deseo (oro) que Dios te dé su bendición.” Aunque este deseo lleno de muy buena intención está descontextualizado por Efe. 1:3 (lo explicaremos mas adelante), El cambio en saludo de tiempos recientes refleja un importante cambio en teología o doctrina. Nuestro tradicional saludo pasó de ser una expresión de deseo a ser una supuesta declaración poderosa de fe, cuyo poder principal está en las palabras en sí mismas.

Esta tendencia, la de asignar poder a las palabras, tiene su origen en fuentes no cristianas en el ámbito de la metafísica: la magia, el movimiento del “Nuevo Pensamiento” (s. XIX), la llamada Ciencia Cristiana (Mary Baker Eddy) y Unity (s. XX). A la iglesia llega de la mano de Norman Vincent Peale, Robert Schuller, Kenyon, Copland, Hagin y otras figuras de la llamada “Palabra de fe”, representados hoy por personas como Benny Hinn, Joyce Meyer, Tilton, y muchos otros.

En nuestro país hoy es muy difícil encontrar ministros o iglesias no afectados por esta enseñanza no bíblica. Estas son sus ideas principales:

1. La fe es una fuerza disponible para Dios y los hombres. Dios usó esta fuerza a través de “leyes de la fe” de la misma manera que nosotros podemos usarlas; tenemos las mismas capacidades de Dios. (Capps, Copeland).

2. El poder de la Palabra. La fuerza de la fe es liberada por las palabras. Dios utilizó esa fuerza hablando palabras de fe . “El poder creativo estaba en la boca de Dios… También en la tuya” (Hagin, Capps).

3. Es para cualquiera. Cualquier persona, creyente o no, puede usar esta fuerza de fe pronunciando palabras, si es que las cree de la misma manera en que Dios cree en las suyas (las de Dios). Todo lo que digamos, positivo o negativo, sucederá. Las cosas espirituales son creadas por palabras (Caps, Hagin).

4. Cuidado con lo que dices. Tendrás lo que confiesas. Por lo tanto nunca hagas una confesión negativa: la lengua puede matarte o darte vida. Si confiesas enfermedad, tendrás enfermedad. El poder que liberan las palabras puede ser para el bien o para la maldad. (Capps, Hagin).

Por todo esto, palabras como “confieso”, “declaro”, “lo recibo” son clave para que la bendición se haga realidad.

Cuando personas hoy dicen “te bendigo” , sabiéndolo o no, se están suscribiendo a esta doctrina errada. Sus palabras no están deseando o pidiendo la bendición de Dios para el otro, sino utilizando un supuesto poder espiritual de las palabras y una fuerza espiritual de la fe, que obliga a Dios a hacer lo que pronunciamos.

Breves respuestas a los puntos de arriba.

1. “La fe es una fuerza disponible para Dios y los hombres.” La fe no es una fuerza. Dios crea por su palabra, no por su fe. Dios es capaz de crear con su palabra porque es Dios. Nosotros no somos dioses (aunque algunos lo afirman tergiversando Salmo 82:6.

2. “El poder de la Palabra.” Las palabras tienen el poder de expresar lo que hay en nuestro corazón, no alterar la realidad física.

3. “Es para cualquiera.” La diferencia entre cristianos y no cristianos es exactamente la fe; creer a lo que Dios ha dicho y en lo que Dios ha hecho en Cristo.

4. “Cuidado con lo que dices.” Las palabras son creadas; no crean nada excepto el efecto emocional o sicológico que tengan en mí o en otros. El efecto de las palabras sobre nosotros mismos se limita a la autosugestión.

De todo esto podemos deducir:

1. La creencia de que la realidad física o espiritual puede alterarse con las palabras es tan antigua como la humanidad, y se llama magia.

2. En esta errada doctrina, confundimos la fe con la magia, la autoridad con la irreverencia, los gritos con la autoridad, la oración con la lista de la compra y a Dios con el muchacho de los mandados

3. Esta equivocada doctrina obvia la soberanía de Dios y sujeta al Creador a nuestra voluntad. (Deberíamos cambiar el Padre Nuestro para que diga: “sea hecha mi voluntad en los cielos como se hace en la tierra.”)

4. Nosotros debemos orar en sumisión, pronunciando nuestra “bendición” como una expresión de alabanza a Dios por las bendiciones de Él recibidas (Efesios 1:1-14) o como súplica en favor de otros. Igual que YESHÚA en el Padre Nuestro y en su oración en Juan 17, la oración es un acto de asociación con los propósitos divinos y su meta siempre debe ser la gloria de Dios.

1Juan 5:14

Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

En efecto, en el Antiguo Testamento, Dios puso bendición y maldición delante de Israel. Si obedecían, recibían bendición. Si desobedecían, recibían maldición (Deut. 11:26-28). Sin embargo, cuando Cristo vino, nos redimió de la maldición de la ley (Gál. 3:13). Aunque la obediencia o la desobediencia sí traen ciertos resultados para el creyente, la bendición de Dios no depende finalmente de lo que yo hago ni del “decreto” de algún supuesto profeta. La bendita realidad del creyente es que las bendiciones dependen exclusivamente de la gracia de Dios en Cristo. En Él tenemos todas las bendiciones que necesitamos (Ef. 1:3).

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles” (Gál. 3:13-14).

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3).

¿Sabía usted que la frase "que Dios te bendiga" jamás fue utilizada por los apóstoles de Cristo?, en el Nuevo Testamento nunca aparece esa expresión. ¿por qué?

Porque YA HEMOS SIDO BENDECIDOS POR DIOS con toda bendición espiritual en los lugares celestiales:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo(Ef.1:3).

Por lo tanto, decir esa expresión a un hermano en la fe es una muestra de INCREDULIDAD . Cuando pedimos que un hermano sea bendecido por Dios, estamos diciendo que aun no ha sido bendecido por Dios, con lo cual estamos dejando en duda lo descrito en la Palabra de Dios.

A los que hay que decir "Dios te bendiga" es a los del mundo, a los incrédulos, los cuales aún no han sido bendecidos por Dios con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, nosotros deseamos que esos incrédulos sean bendecidos por Dios, por lo tanto, es correcto utilizar esa frase con ellos. Los primeros cristianos jamás utilizaron esa expresión, la que ellos utilizaban es GRACIA Y PAZ, ¡¡¡¡no porque ellos estuvieran pidiendo que Dios les diera gracia y paz!!!!, SINO PORQUE YA HABIAN RECIBIDO LA GRACIA Y LA PAZ. Es por ello que observamos en LAS ESCRITURAS frases como: “gracia y paz os sean multiplicadas” o que los beneficios espirituales “abunden”. Lo ideal sería desear a nuestros hermanos que la gracia, la paz, la bendición de Dios, su amor, sobreabunden en cada uno.

Cabe destacar que “te bendigo” es una expresión utilizada primeramente por los ateos para cuestionar la existencia de DIOS.

CONTINUA…..

NOS VEMOS EN EL PREÁMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO…..

 
 
 

Comments


Post: Blog2_Post

Subscribe Form

Thanks for submitting!

04160276048

  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn

©2018 by MENSAJES ANTIVIRALES. Proudly created with Wix.com

bottom of page