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¿ES LÍCITO DECRETAR O DECLARAR? 7MA PARTE. REYES Y SACERDOTES PARA DIOS

  • LA VERDAD EN YESHÚA
  • 30 may 2019
  • 10 Min. de lectura

¿ES LÍCITO DECRETAR O DECLARAR? 7MA PARTE. REYES Y SACERDOTES PARA DIOS

Apocalipsis 1:6

6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis 5:10

10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Un sacerdote es uno que puede entrar, uno que tiene acceso a Dios. Y como tales, tenemos el privilegio de tener acceso libre a Su presencia y no ser consumidos por ello. Eso es un sacerdote, alguien que puede entrar en las cámaras secretas de Dios, que puede entrar en Su tabernáculo, venir al Lugar Santísimo y hablar con su Dios, rogarle e interceder. Eso es un sacerdote.

Y un rey es uno que reina. El rey ordena, y lo que él ordena, se cumple. El rey tiene autoridad. Entre todos los pueblos.

Los textos antes señalados son abusados en nuestros tiempos para reforzar la doctrina de decretar y declarar, es por ello la imperiosa necesidad irnos mas alla de la traducción que se hace de dicho pasaje.

Ahora bien, no es mi objetivo con este artículo, analizar o atacar la teología dispensacionalista en algún sentido. En realidad siempre he considerado que mi mayor contribución a los estudios bíblicos y teológicos consiste en ayudar a la comprensión, análisis y puntualización de lo que en realidad dicen los textos bíblicos en sus idiomas originales y sus propios contextos históricos y socioculturales; sin preocuparme demasiado del cómo los resultados del análisis exegético de los textos bíblicos pongan en cuestionamiento algunos preceptos teológicos, algunas conclusiones teológicas.

Ciertamente estoy consciente de las implicaciones negativas que muchas veces tiene el análisis exegético y académico de los textos bíblicos, y lo cruciales que muchas veces son sus resultados para ciertos preceptos, afirmaciones y pretensiones de la teología sistemática o dogmática. De todos modos, insisto en querer poner de relieve que, por lo general, no es esa mi preocupación al momento de proponerme analizar y comentar crítica y exegéticamente algún texto bíblico.

En conclusión, es, pues, el objetivo de este artículo analizar crítica y exegéticamente Apocalipsis 1.6 y 5.10, teniendo como punto de partida la traducción de dichos pasajes en la versión «Reina Valera 1960 (RV)».

Pues bien, la traducción de Apocalipsis 1.6 y 5.10 en la versión «Reina Valera 1960 (RV)» es la siguiente:

«Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén» (Apocalipsis 1.6)

«Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra» (Apocalipsis 5.10)

Análisis del texto griego de Apocalipsis 1.6, pero teniendo como foco de atención la frase «Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre»

El análisis del texto griego de Apocalipsis 1.6, y luego de Apocalipsis 5.10, tendrá dos momentos. En un primer momento voy a citar y a considerar la versión del llamado «Textus Receptus» (texto recibido), y en un segundo momento voy a citar y a considerar la versión del «Texto Crítico».

Primer momento: Consideración del texto griego de Apocalipsis 1.6 en el «Textus Receptus».

Una transliteración fonética del texto griego que está detrás de la traducción «Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre», en el «Textus Receptus» es: «kái epóiesen jemás basiléian, jieréis to theó kái patri autú».

Ahora bien, una traducción radicalmente literal de dicha frase es: «Y hizo a nosotros un reino (no «reyes»), sacerdotes para Dios y padre de él».

Pero una traducción fluida, por equivalencia dinámica es: «Él hizo de nosotros un reino (nos constituyó en un reino, hizo con nosotros un reino), y sacerdotes para Dios su Padre».

Segundo momento: Análisis del texto griego de Apocalipsis 1.6 en el «Texto Crítico».

En este punto debo decir aquí que no existe diferencia alguna entre el «Texto Crítico» y el «Textus Receptus». En tal sentido llama la atención que mientras que aquí coinciden el «Textus Receptus» y el «Texto Crítico» en hablar de un «reino» («basiléian») y «sacerdotes» («jieréus»), curiosa y contradictoriamente, la «Reina Valera 1960» traduce «reyes» («basiléis») y «sacerdotes» («jieréis»).

De todos modos, al margen de la coincidencia que existe en Apocalipsis 1.6 entre el «Texto Crítico» y el «Textus Receptus», hay que admitir que, considerando el aparato crítico del «Nuevo Testamento Griego Nestlé-Aland», edición 27; podemos dar cuenta de cuatro sustituciones en algunos manuscritos de poca importancia, y que por lo tanto no son decisivas ni relevantes desde el punto de vista de la «Crítica Textual».

La primera sustitución afecta la forma verbal «epóisen» (aoristo primero, voz activa, tercera persona singular, modo indicativo, del verbo «poiéo»). Pues bien, la forma verbal «epóiesen» es sustituida por la forma «poiésanti», participio aoristo primero, activo, en caso dativo singular, del mismo verbo «poiéo»).

La segunda sustitución tiene que ver con el pronombre personal de la primera persona plural, «jemás» (en caso acusativo plural). En este caso, las sustituciones a considerar son dos. La primera sustituye a «jemás» por «jemín» (forma del mismo pronombre personal de la primera persona del plural, pero en caso dativo). La segunda sustitución consiste en el cambio de «jemás» por «jemón» (forma del mismo pronombre personal de la primera persona del plural, pero en caso genitivo).

La tercera sustitución involucra la palabra «basiléian» (sustantivo: «reino»). Por un lado, «basiléian» es sustituida por «basíleion» (adjetivo: «real»), y por otro lado, por «basiléis» (sustantivo plural: «reyes»).

La cuarta y última sustitución afecta palabra la palabra «jieréis» (sustantivo plural: «sacerdotes»), la cual es sustituida por «jieráteuma» (sustantivo singular: «sacerdocio»).

En conclusión, a la luz del texto griego y la «Crítica Textual», la traducción «reyes» en Apocalipsis 1.6 en la «Reina Valera 1960» es inadmisible, por lo tanto, una acertada traducción del pasaje en cuestión, no debe emplear la palabra «reyes», sino «reino», en la siguiente línea: “Él hizo de nosotros un «reino» (nos constituyó en un reino, hizo con nosotros un reino), y «sacerdotes» para Dios su Padre”.

Análisis del texto griego de Apocalipsis 5.10, teniendo como foco de atención la frase «Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes».

Primer momento: Consideración del texto griego de Apocalipsis 5.10 en el «Textus Receptus»).

Una transliteración fonética del texto griego (en el «Textus Receptus») que está detrás de la traducción «Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes», es la siguiente: «kái epóiesas autús to theó jemón basiléis kái jieréis»; una correspondiente traducción radicalmente literal es: «Y tú los hiciste a ellos, para nuestro Dios, reyes y sacerdotes».

Segundo momento: Análisis del texto griego de Apocalipsis 5.10 en el «Texto Crítico».

Una transliteración fonética del texto griego (ahora en el «Texto Crítico») que está detrás de la traducción «Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes», es la siguiente: «kái epóiesas autús to theó jemón basiléian kái jieréis»; una correspondiente traducción radicalmente literal es: «Y tú los hiciste a ellos, para nuestro Dios, un reino y sacerdotes».

En consecuencia, una traducción fluida de la expresión en cuestión, es: «Y de ellos (con ellos) tú hiciste un reino y los hiciste sacerdotes para nuestro Dios».

Ahora bien, al comparar el texto griego de Apocalipsis 5.10 en el «Textus Receptus» y el «Texto Crítico», llegamos a la conclusión de que la única diferencia que existe entre ambos textos es que mientras el «Texto Crítico» mantiene la palabra «basiléian» (reino) como en el 1.6, el «Textus Receptus» emplea aquí el sustantivo «basiléis» (reyes), en lugar de «basiléian» (reino) que sí empleó en Apocalipsis 1.6.

Por otro lado, es preciso decir que concuerdan aquí el «Textus Receptus» y el «Texto Crítico», en contra de la «Reina Valera 1960», al decir «los hiciste a ellos» («kái epóiesas autús»), y no «nos hiciste» («kái epóiesas jemás»).

De todos modos, al margen de la coincidencia que existe en Apocalipsis 5.10 entre el «Texto Crítico» y el «Textus Receptus»; hay que admitir que, considerando el aparato crítico del «Nuevo Testamento Griego Nestlé-Aland», edición 27, podemos dar cuanta de cuatro observaciones o variantes en manuscritos de poca importancia, y que por lo tanto no son decisivas ni relevantes desde el punto de vista de la crítica textual.

La primera variación involucra la palabra «autús» (pronombre personal de la tercera persona del plural, en caso acusativo y de género masculino: «ellos»), que es sustituida por la palabra «jemás» (pronombre personal de la primera persona del plural, en caso acusativo: «nosotros»). Vale decir que esta última fue la opción asumida por la Reina Valera 1960.

La segunda variación consiste en la omisión de la frase «to theó jemón» («nuestro Dios»).

La tercera variante consiste en la sustitución del sustantivo «basiléian» (reino), por «basiléis» (reyes).

La cuarta y última variación o lectura alternativa es la sustitución de la palabra «jieréis» (sacerdotes), por «jieratéian» (sacerdocio).

Apocalipsis 1.6; 5.10 en relación a Éxodo 19.6

Un hecho indiscutible es que los dos pasajes de Apocalipsis en cuestión, hacen referencia a Éxodo 19.6, que en la versión «Reina Valera 1960» dice, específicamente la parte de importancia para nuestro análisis: «Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes».

Ahora bien, después de observar la traducción que hace la «Reina Valera 1960» Éxodo 19.6 (por cierto una buena traducción del texto hebreo), es claro que no hay sustento aquí para la idea de ser o aspirar ser «reyes».

Por otro lado, paso a considerar ahora a Éxodo 19.6 en el texto griego (la Septuaginta). En tal sentido puedo decir que una transliteración fonética del texto griego que está detrás de la traducción «un reino de sacerdotes», es: «basíleion jieráteuma» que literalmente dice «un sacerdocio real».

Finalmente, hay que poner de relieve la dependencia de 1 Pedro 2.9 del texto de la Septuaginta, pues citó a Éxodo 19.6 en exacta correspondencia al texto griego del mismo, cuando dice «basíleion jieráteuma», literalmente «un sacerdocio real».

En suma, a la luz de Éxodo 19.6, en el texto hebreo (Tanaj) y el texto griego (Septuaginta), así como a la luz del «Textus Receptus» y el «Texto Crítico» en relación a Apocalipsis 1.6, y a la luz sólo del «Texto Crítico», en relación a Apocalipsis 5.10; es preciso concluir que no es acertada la traducción «reyes» en la versión «Reina Valera 1960» en Apocalipsis 1.6 y 5.10.

En tal sentido, podemos insistir en afirmar, sin duda alguna, la idea que quisimos comunicar con el título de este artículo: «reyes» no, pero «sacerdotes» sí.

Concluyo este artículo poniendo de relieve que las ideas básicas asociadas a la expresión un «sacerdocio real» («un reino de sacerdotes»), con base en Éxodo 19.6, en el marco de la Alianza y la relación especial del pueblo de Israel con YEHOVÁH, como también punto de arranque para las afirmaciones del Nuevo Testamento al respecto, son: Por un lado, el pueblo de YEHOVÁH ha de caracterizarse por una santidad y pureza similar a la que caracterizaba y se le exigía a la figura sacerdotal. Por otro lado, el pueblo de YEHOVÁH tiene una función sacerdotal y mediadora en relación a los demás pueblos.

En síntesis, la idea a la que apunta Éxodo 19.6, como punto de partida, es que el pueblo de YEHOVÁH habría de representar un «reino sacerdotal», un «pueblo sacerdotal» en un sentido corporativo; y no la idea de que cada individuo en particular y de manera personal, habría de constituirse en «rey» y «sacerdote».

Los escritores del Nuevo Testamento usaron varias palabras para describir nuestra nueva naturaleza como creyentes. Leemos que somos siervos, ovejas, santos y desde luego, la realidad más prominente tiene que ver con nuestra identidad como ‘hijos de Dios’. Cada una de estas figuras comunican las distintas realidades y cada una apunta a diferentes aspectos de nuestra salvación.

Pero el apóstol Pedro también describió a los cristianos como sacerdotes. En su primera epístola dijo que somos real sacerdocio (1 Pedro 2:9) y sacerdocio santo (1 Pedro 2:5) Pero ¿qué quiere decir que somos sacerdotes? Para responder a esta interrogante es necesario una mirada al sistema de sacrificios, a la estructura del tabernáculo y la naturaleza, los requisitos y el propósito del oficio sacerdotal:

El tabernáculo era el santuario que Israel edificó en el desierto para la adoración a Dios. Moises recibió las instrucciones en cuanto a su diseño y las dimensiones del mismo. Este santuario estaba dividido en tres partes: El atrio, que era un patio grande, el Lugar santo y el Lugar santísimo. Estos dos últimos eran una especie de tienda que estaba dividida por una gruesa tela llamada el velo. Nadie, excepto el sumo sacerdotes podía cruzar el velo para entrar al Lugar Santísimo. Esto era permitido solo una vez al año para hacer expiación por los pecados del pueblo (Hebreos 9:6-7). Ademas, el Señor estableció el sistema de sacrificios, con sus rituales y ordenanzas y designó únicamente a la tribu de Leví para servir como sacerdotes, en particular a la familia de Aaron.

Ahora bien, todo este sistema de sacrificios, el tabernáculo y el oficio sacerdotal apuntaban a una realidad mayor: la persona y la obra de YEHOSHÚA. En palabras del apóstol Pablo todo era “una sombra” (Colosenses 2:16) que ilustraba y anticipaba, el más grande sacrificio, es decir la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

A la luz de esto debemos considerar un hecho de crucial importancia que Mateo registra cuando YEHOSHÚA murió en la cruz: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos” (Mateo 27:51). Este evento, representa una verdad espiritual de gran valor para el creyente y fue explicado por el escritor de Hebreos de esta manera:

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de YEHOSHÚA, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (Hebreos 10:19-20). Esto quiere decir, que el cuerpo golpeado y lacerado de YEHOSHÚA es ese velo que se rasgó para darnos acceso a Dios. A diferencia de los israelitas, ahora tenemos esa libertad de acercarnos a Dios.

Por lo tanto, estamos en condiciones de considerar no solo nuestra nueva posición como sacerdotes sino también la función que se desprende de ella. Sabemos que somos sacerdotes. Sabemos que el velo se rasgó y que hay un camino nuevo que nos lleva a Dios. Por eso se nos invita a acercarnos “para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de YEHOSHÚA” ( 1 Pedro 2:4-5) y también se nos anima a acercarnos confiadamente “para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

A esta realidad y a este aspecto de la vida cristiana los reformadores del siglo XVI le llamaron el “sacerdocio universal de todos los creyentes”. Ellos enseñaban que la vida que agrada a Dios se debe expresar en todas y en cada una de las áreas de nuestras vidas.

Entonces ¿qué significa que somos sacerdotes? O ¿qué es el sacerdocio del creyente?

El sacerdocio del creyente hace referencia a la nueva posición de los cristianos para la tarea de la adoración. En virtud de esto, todo creyente tiene el privilegio y la responsabilidad de acercarse y presentarse ante Dios como un sacrificio (Romanos 12:1) y a su vez para ofrecerle sacrificios espirituales (1 Pedro 2:4-5). Ahora podemos adorarle en todo lugar. Podemos orar, pedirle y recibir de Él. Podemos servirle, buscar su rostro, y más glorioso aún, ser aceptados por él.

El sacerdocio del creyente se ejerce en todas y cada una de las esferas de la vida, desde las responsabilidades individuales en el hogar, en el trabajo y en la iglesia hasta en las relaciones interpersonales. Todo lo que hacemos es adoración espiritual. Todo es sagrado. Nuestra labor como trabajadores, nuestro desempeño como estudiantes, nuestra dedicación como esposos, padres e hijos son formas legítimas a través de las cuales ejercemos nuestro sacerdocio.

El velo se rasgó y el camino se abrió. Somos sacerdotes y podemos acercarnos. Vivamos para adorar a Dios. Vivamos para Su gloria. Formamos parte del REINO SACERDOTAL para YEHOVÁH, nuestro PADRE, a través de YEHOSHÚA.

NOS VEMOS EN EL PREÁMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO JUSTO ANTES QUE NUESTRAS OBRAS SEAN PROBADAS POR EL FUEGO Y NOS SEAN DADAS VESTIDURAS DE LINO FINO RESPLANDECIENTE…….

 
 
 

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