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MENSAJE A LAS 7 IGLESIAS 6 TA PARTE . RECUERDA DE DONDE HAS CAIDO. EFESO 7.1

  • LA VERDAD EN YESHÚA
  • 17 abr 2019
  • 10 Min. de lectura

Una vez que hemos sido libertados del pecado, YESHÚA nos da todas las provisiones necesarias para vivir holgadamente y sin necesidad:

Efesios 1:3

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.

El siguiente paso va determinar el mantener o no esa bendición, la decisión mas sensata es hacernos su doulos, es decir, ser su siervo por amor y por siempre. Eso sería la garantía de mantener ese estado de ser bendecidos de forma permanente. YESHÚA fue enfático cuando dijo:

Juan 15:4-5

4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

En algunas oportunidades he manifestado a algunos creyentes que decirle a nuestros hermanos: “DIOS te bendiga” es una declaración que desestima el hecho declarado en Efesios 1:3, de que en CRISTO ya hemos sido bendecidos, solo debemos velar para que esas bendiciones se mantengan y sobreabunden.

No obstante, esta promesa se convierte en meras palabras si no conocemos cuales son estas bendiciones espirituales. ¿Cómo podemos disfrutar las bendiciones que Dios promete si no las comprendemos?

La mayoría de nosotros viene a YESHÚA para que sus problemas terrenales sean resueltos, asociamos la bendición solo a bienes materiales. Muchas veces nos cuesta entender que los bienes materiales son añadiduras, que nuestro problema principal está en lo espiritual.

YESHÚA en su infinito amor resuelve lo que nos hace esclavos del mal y del infortunio, nos bendice con toda bendición espiritual para que se resuelvan los problemas materiales. No entender esta VERDAD, nos hace caer de esos lugares celestiales y vivir buscando una bendición que ya nos ha sido dada desde que creímos en EL.

Pablo escribió esta epístola “a los santos y fieles en YESHÚA” (1:1). Estos eran creyentes que estaban seguros de su salvación. Los efesios fueron bien entrenados en el evangelio de YESHÚA y la esperanza de la vida eterna. Ellos sabían quiénes eran en Cristo, y estaban seguros de su posición celestial en él. Ciertamente, están bien cimentados en la verdad que ellos estaban sentados “…en los lugares celestiales con YESHÚA,” (2:6).

Estos “fieles” entendieron completamente que “Dios… resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales,” (1:20). Ellos sabían que fueron escogidos por Dios desde “antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor,…” (1:4-5). Ellos comprendieron que fueron adoptados “por YESHÚA mismo” (1:5). Dios los había traído a su familia, porque cuando escucharon la palabra de verdad, ellos creyeron y confiaron en ella.

Los creyentes efesios fueron verdaderamente un pueblo bendecido. Se regocijaron en su redención a través de la sangre de Cristo, conociendo la gran bendición espiritual de ser perdonados de sus pecados. Ciertamente, ellos tenían tanto conocimiento acerca de las riquezas de la gracia de Dios, que muchos eran capaces de enseñarles a otros. Si se encontraban con personas que estaban hambrientas de Dios, ellos podían mostrarles la gloria de la Cruz. Ellos podían enseñar de la misericordia y el amor de Dios, de su santidad, de caminar sin culpa ante él. Ellos podían hablar de la resurrección, de la bondad de Dios, del cielo y del infierno, de las consecuencias de vivir en pecado.

Sin embargo vemos en Apocalipsis, que en algún momento cayeron estando en la misma iglesia.

Espero que todos aquellos que están leyendo este mensaje sean como esos efesios: fieles, creyentes bien enseñados. Tú conoces el poder de la redención del evangelio de Cristo. Tú conoces la doctrina del nuevo nacimiento. Estas bien enseñado en el conocimiento de la gracia, aceptando la victoria que viene por fe solamente y no por obras. La experiencia de los efesios debe llevarnos a velar por mantener la bendición que nos ha sido dada desde el principio.

“Separados de mi nada podéis hacer”

Charles Spurgeon escribió lo siguiente:

“Consciente de esta verdad en mi propio caso, busco sinceramente la ayuda del Espíritu de Dios, tanto en la predicación como en cualquier otro ejercicio espiritual que haga, pues, separado de Él nada puedo hacer. Es un hecho notable que todas las herejías que han brotado en el seno de la Iglesia cristiana, han tenido la tendencia a deshonrar a Dios y a adular al hombre. Siempre han guardado la exaltación de la naturaleza humana como su refugio, si no es que como su meta abierta, y han buscado el abatimiento de la soberanía de la gracia divina. Estos falsos profetas quieren derramar lustre sobre la cabeza de la criatura rebelde y depravada, y robarle a Dios la gloria que es debida a Su nombre.

Por otro lado, las doctrinas del Evangelio, comúnmente conocidas como las doctrinas de la gracia, se distinguen sobre cualquier otra doctrina por esta peculiaridad: es decir, que abaten a la criatura a un lugar muy bajo, y nos presentan al Señor Jehová sentado en un trono elevado y exaltado. Tan cierto es esto, que el cristiano más ignorante, aun si es incapaz de refutar un discurso erróneo, sería capaz de descubrir su falsedad, determinando si glorifica al hombre a costa de Dios. El más pequeño bebé en la gracia puede llevar esta prueba consigo: en medio de la diversidad de opiniones que lo circundan, siempre puede juzgar y hacerlo infaliblemente por cierto, acerca de la verdad o la falsedad de una doctrina, probándola de esta manera: "¿Glorifica a Dios?" Si lo hace, es verdadera. "¿Exalta al hombre?" Entonces debe ser falsa. Por otra parte, ¿coloca al hombre en un lugar muy bajo, y habla de él en términos que lo conducen a sentir su degradación? Entonces, sin duda, está llena de verdad. Y, ¿pone la corona sobre la cabeza de Dios, y no sobre la cabeza del libre albedrío del hombre, o de su libre agencia, o de las buenas obras? Entonces, con toda certeza, es una doctrina de acuerdo a la piedad, pues es la misma verdad del Señor nuestro Dios.

Mi texto, que es la propia palabra de Cristo, contiene una doctrina que pertenece a la categoría que habla en contra de la exaltación de la humanidad, y echa por tierra sus elevadas esperanzas y desdeña sus altivas miradas; y esta frase honra a Cristo precisamente en esa misma medida, y lo exalta en la estima de todo Su pueblo.

-Jesús dijo: "Separados de mí nada podéis hacer". Primero, esto es cierto en cuanto a Sus santos en temas concernientes a ellos mismos; en segundo lugar, esto es todavía más manifiestamente cierto en cuanto a los hombres inconversos y no regenerados; y, en tercer lugar, la experiencia descubrirá que es igualmente un hecho si miramos a los santos en relación a los pecadores; sin Cristo, el santo más sincero no puede hacer nada para la conversión del pecador.

Jesús les dijo a los apóstoles, y si se los dijo a ellos, con toda certidumbre nos dice también a nosotros, al menos con la misma fuerza: "Separados de mí nada podéis hacer." Vamos a explicar esto; luego vamos a sustentarlo; y luego extraeremos una lección práctica.

1. Hijo de Dios, Jesucristo te habla personalmente en este día, y te dice: "Separado de mí nada puedes hacer." ¿Entiendes esto? ¡Observa cuán decisivamente habla! Yo tomo prestado de Agustín mucho material para la exposición que presento a continuación. Él comenta que esta frase parece haber sido escrita para poner un fin a las impudentes posturas de los pelagianos, pues el texto no dice: "Separados de mí difícilmente podrían hacer algo; será con extrema dificultad que podrán cumplir una buena obra o alcanzar un propósito santo." No, pone el hacha mucho más decisivamente a la raíz.

Dice: "Separados de mí nada podéis hacer". Absoluta y positivamente nada. Cómo, ¿no dice que si busco y me esfuerzo, si concentro todas mis energías en un solo punto, si concentro todas mis facultades en un propósito, ni aun así podría holgarlo? Si yo fuera extremadamente cuidadoso; si fuera intensamente entregado; si orara con toda sinceridad, ¿no podría entonces lograr algo, aun sin la influencia del Espíritu? Puede ser que me cueste muchas dificultades; puede ser duro remar contra la corriente; pero, ¿no podría progresar por lo menos un poquito en la cosas de Dios, sólo con mi propio poder, sin ayuda, si me esforzara al máximo? "No" -el Señor Jesús dice que-: "no; separados de mí nada podéis hacer." Puedes esforzarte como quieras, luchar como puedas; tus esfuerzos y tus luchas serían una fuerza mal aplicada; no te conducirían a progresar a tu meta: sólo te hundirían más profundamente en la ciénaga de la desesperación o de la presunción.

Observen, además, que el texto no dice: "Separados de mí no podréis hacer algunas cosas grandiosas; algunos actos especiales de piedad; algunos actos elevados y supernaturales de arrojo, de abnegación y de sacrificio." No; "Separados de mí nada podéis hacer." La frase incluye, como lo perciben claramente, esos pequeños actos de gracia, -esos pequeños actos de piedad- para los que, en nuestra altiva arrogancia, pensamos que ya estamos suficientemente equipados. No pueden hacer nada; no solamente el más alto deber está más allá de su poder, sino el menor deber también. Ustedes no son capaces de hacer el menor acto de vida divina, excepto en la medida en que reciban la fuerza de Dios el Espíritu Santo.

Y, de verdad, hermanos míos, es generalmente en estas pequeñas cosas que descubrimos el alcance de nuestra debilidad. Pedro pudo caminar sobre las olas del mar, pero no pudo soportar la burla de una criada ínfima. Job pudo tolerar la pérdida de todas las cosas, pero las palabras recriminadoras de sus falsos amigos, aunque no eran más que palabras y no rompían huesos, lo llevaron a hablar mucho más amargamente que toda la sarna maligna y las ampollas que estaban en su propia piel. Jonás dijo que hacía bien en enojarse, hasta la muerte, por una calabacera. ¿No han oído a menudo que hombres valientes que han sobrevivido cientos de batallas, han muerto al final por causa del más trivial accidente? Y, ¿no ha sucedido lo mismo con cristianos que profesan? Ellos se han erguido rectamente en medio de las más duras pruebas; han sobrevivido las más arduas pugnas, y sin embargo en una hora mala, al confiar en ellos mismos, su pie ha resbalado bajo alguna ligera tentación, o debido a alguna pequeña dificultad.

John Newton dice: "la gracia de Dios es muy necesaria para formar un temperamento correcto en los cristianos, tanto en relación al rompimiento de un plato, como en relación a la muerte de un hijo único. Estas pequeñas grietas necesitan ser resanadas con sumo cuidado. La plaga de las moscas no es más fácil de ser contenida que la del ángel destructor. El justo debe vivir por fe tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. El creyente debe estar consciente de su propia incapacidad tanto en las menudencias como en los ejercicios más nobles. No debe decir nunca de ningún acto: "ahora soy lo suficientemente fuerte para ejecutar esto; no necesito ir a Dios en oración para esto; se trata de una minucia; está por debajo de la dignidad de Dios, y yo me basto por mí mismo para ello."

No, creyente, tú no eres competente para nada; sin Cristo no puedes hacer nada que sea bueno, nada que sea correcto. "No somos competentes por nosotros mismos para pensar algo por nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios." "Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos." Cada día sentimos de verdad que, querer está presente en nosotros, pero cómo hacer lo que queremos, no lo sabemos. Nuestra fuerza es no solamente debilidad, sino perfecta debilidad; debilidad incluso en relación a las cosas pequeñas; debilidad relativa a las onzas como ciertamente relativa a las toneladas; debilidad en las gotas de dolor así como en los mares de aflicción; debilidad ante las astillas de la prueba así como ante los terribles dardos del Maligno. En todo, cristiano, eres impotente, separado del Señor que es tu fortaleza y tu salvación. Aprende, entonces, el significado de este texto: "Separados de mí nada podéis hacer."

Para explicar más el significado de este pasaje, permítanme notar que Cristo no dijo: "Separados de mí nada podéis perfeccionar"; sino "Separados de mí nada podéis hacer." El pelagiano podría admitir tal vez que el cristiano no puede completar una buena obra sin ayuda; pero piensa que podría hacer mucho en esa dirección. Dice: "si no termina la obra, puede comenzarla; si no es la Omega, al menos puede ser el Alfa; si no puede aportar la gloriosa piedra cimera y levantarla con grúa a la sublime altura en la que debe quedar por siempre y para siempre, al menos puede cavar los cimientos, y quedarse sobre la primera piedra oculta." "No" -dice Cristo- "Separados de mí nada podéis hacer."

Lo mismo sucederá en aquel último salto glorioso cuando el creyente brinque desde de su lecho de muerte hasta la tierra de los vivientes; toda su fortaleza debe provenir de Dios; y lo mismo debe ocurrir en ese primer paso tembloroso cuando venga a Cristo como un penitente, y descanse su alma en Él. Cuando estés a punto de iniciar algún proyecto, no digas: "yo voy a comenzar esto, y luego Dios me dará gracia para compensar mis deficiencias, pero voy a confiar en mí hasta donde pueda." ¡Ah, necio!, tu cuchara de albañil está llena de argamasa endeble; tú construyes con madera, heno y hojarasca. No solamente no puedes hacer mucho separado del Espíritu de Dios, sino que no puedes hacer nada en lo absoluto. Si estás separado de Dios no puedes ni levantar un dedo, ni meter mano en una obra espiritual. No te puedes poner el manto blanco de gloria; es más, no te puedes despojar de la mortaja encerada de tu muerte; incluso esto deben hacerlo por ti, desde el principio hasta el fin.

Y ahora vamos a proceder a colocar el significado bajo una potente luz. Puede ser que algunos comenten: "Bien, podría interpretarse que el texto diga que el creyente no puede comenzar nada bueno, pero una vez que es comenzado, podría ser de gran ayuda para Dios el Espíritu Santo, en su propia salvación; él podría hacer algo separado del Espíritu." ¡Ah, hermanos míos!, cuando el Espíritu de Dios está con nosotros, hacemos mucho; cuando Él está en nosotros, nos convierte en el instrumento de nuestra propia liberación; pero si el Espíritu de Dios es separado del cristiano, aunque haya sido renovado, aunque tenga un nuevo corazón y un recto espíritu, a pesar de ello, no podría retener ese nuevo corazón y ese espíritu recto ni una sola hora, es más, ni una fracción de un segundo, si el Espíritu de Dios fuera retirado alguna vez de él”.

Considero muy pertinente estas palabras, ya que la iglesia de Efeso al parecer había olvidado ese principio, servían al SEÑOR con sus propias fuerzas y eso los llevó a caer….continua.

NOS VEMOS EN EL PREÁMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO, CON VESTIDURAS RESPLANDECIENTES.

 
 
 

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