MENSAJE A LAS 7 IGLESIAS 6 TA PARTE . RECUERDA DE DONDE HAS CAIDO. EFESO 7.2
- LA VERDAD EN YESHÚA
- 17 abr 2019
- 10 Min. de lectura
MENSAJE A LAS 7 IGLESIAS 6 TA PARTE . RECUERDA DE DONDE HAS CAIDO. EFESO 7.2
Continuamos con Charles Spurgeon:
“No hay apoyo para la nueva vida en el suelo natural de la condición humana. Cada trozo de terreno en el que se nutre la dulce flor del Paraíso en nuestro corazón, tuvo que ser traído aquí desde el cielo, pues nuestro corazón es naturalmente una roca demasiado infructífera para producir alguna subsistencia para las plantas del Paraíso. Si en nuestra alma fluye un río de agua de vida, su nacimiento está en las montañas del eterno propósito de Dios; el río no cuenta con manantiales tributarios en nuestro corazón. La carne no puede prestarle ninguna ayuda al espíritu. La naturaleza no regenerada puede ser un gran impedimento para la gracia, pero no puede ser nunca una ayuda.
El apóstol Pablo no estuvo convencido nunca que el hombre viejo fuera una ayuda para el hombre nuevo. Si hubiera sido una ayuda, no habría clamado: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" Le habría dado la mano a ese cuerpo de muerte, y le habría agradecido su ayuda si le hubiese prestado alguna; pero sintió que era tan inútil como lo sería un esqueleto muerto, podrido, corrupto, inmundo y nocivo que hubiera sido encadenado a una persona viva. Cuando nos despojemos del yo y del poder del yo, entonces seremos fuertes; pero toda la fuerza de la naturaleza no es sino una debilidad para la gracia, y todo el poder y la energía de la carne no son sino un obstáculo para el Señor, y no una ayuda para Él. Separados de Él -en el sentido más amplio en el que este lenguaje pueda ser entendido- nada podemos hacer.
2. Y ahora, habiendo procurado explicar de esta manera el texto en relación al cristiano, permítanme sustentarlo. Quiero sustentarlo, primero que nada, apoyándome en la aprobación común de todos los creyentes de todas las épocas. Con la excepción los antiguos pelagianos y su moderna prole, yo desconozco que la Iglesia haya aportado algún caso de algún profesante que haya dudado de la incapacidad del hombre separado de Dios el Espíritu Santo. Nuestras confesiones de fe son casi unánimes sobre este punto.
Pero escucho que alguien pregunta: "¿Acaso no creen los arminianos que hay una fuerza natural en el hombre por la cual él puede hacer algo?" No, hermanos míos, el verdadero arminiano no puede creer tal cosa. Arminio habla muy correctamente acerca de este punto. Cito sus propias palabras, de conformidad a la traducción que poseo: "es imposible que el libre albedrío, sin la gracia, comience o perfeccione cualquier bien verdadero o espiritual. Yo afirmo que la gracia de Cristo, en lo tocante a la regeneración, es simple y absolutamente necesaria para la iluminación de la mente, para el ordenamiento de los afectos, y para la inclinación de la voluntad hacia lo que es bueno. Eso es lo que opera en la mente, en los afectos y en la voluntad; lo que infunde buenos pensamientos en la mente, lo que inspira buenos deseos en los afectos, y conduce a la voluntad a ejecutar esos buenos pensamientos y esos buenos deseos. Va por delante, acompaña, y sigue. Provoca, ayuda y obra en nosotros el querer, y obra con nosotros para que no queramos en vano. Previene tentaciones, está junto a nosotros y nos ayuda en las tentaciones; es una ayuda en contra de la carne, del mundo, y de Satanás; y en el conflicto, nos concede gozar de la victoria. Levanta de nuevo a los que son vencidos y caen, los restablece, y los dota de nueva fuerza, y los vuelve más cautos. Comienza, promueve, perfecciona y consuma la salvación. Yo confieso que la mente del hombre natural y carnal está entenebrecida, que sus afectos son depravados, que su voluntad es refractaria, y que el hombre está muerto en el pecado."
Richard Watson, quien entre los arminianos modernos es considerado como un teólogo clásico, especialmente en la denominación wesleyana, es igualmente claro sobre este punto. Él admite plenamente que "el pecado de Adán introdujo en su naturaleza tal impotencia radical y tal depravación, que es imposible que sus descendientes hagan algún esfuerzo voluntario (por sí mismos) tendiente a la piedad y la virtud"; y luego cita con gran aprobación una expresión de Calvino, en la que Calvino dice: "el hombre está tan completamente hundido, como anegado por una inundación, que ninguna parte suya es libre de pecado, y por tanto, todo lo que procede de él, es considerado pecado."
Es muy satisfactorio contar con estos testimonios relacionados con la doctrina común de la Iglesia. Yo sé que algunos arminianos no creen ni siquiera lo mismo que creyeron Arminio o Richard Watson. Yo sé que algunos de ellos no entienden ningún credo, ni siquiera su propio credo, pues en todas las denominaciones hay hombres tan ignorantes de toda teología, que sobre cualquier base se aventuran a declarar que son arminianos, o calvinistas, sin saber lo que Calvino o Arminio enseñaron. Los arminianos estarían mucho mejor si por lo menos fuesen tan buenos como Arminio. A pesar de lo que se haya desviado de la fe en algunos aspectos, no fue un hereje ni la mitad de confundido como lo son multitudes de sus seguidores, pues en algunos puntos era un defensor tan firme y tan resuelto de la fe, como lo fue el propio Juan Calvino.
Mis queridos amigos, en vez de quedarnos más tiempo en este punto, déjenme hacer una o dos observaciones más. Supongan por un momento que la doctrina de nuestro texto no fuera verdadera, y que los cristianos tuvieran el poder en sí mismos para hacer algo; tomen sus Biblias cuando lleguen a casa y vean qué gran cantidad de promesas de la Palabra de Dios se quedarían sin ninguna validez para ustedes. Dios no hizo nunca una promesa que no fuera necesaria; ahora, si yo tuviera fuerza por mí mismo, Dios ciertamente no hubiera necesitado hacerme la promesa de darme Su fuerza. Pero puesto que hay muchísimas promesas en las que está escrito, "El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas"; puesto que se nos dice a menudo que "Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas", creo que pueden ver que la simple existencia de estas promesas comprueba que son necesarias, y si las necesitamos, es debido a que el hombre es débil.
Además, ¿qué pensaríamos de las alabanzas de los santos? ¿No han escuchado a lo largo de toda la Escritura, que atribuyen su fortaleza y su poder a Dios? ¿Acaso no confesaron todos ellos, desde el primero hasta el último, que todos sus frescos manantiales estaban en Él; que Él, el Señor Jehová, era su fortaleza y su cántico, y se había convertido en su salvación? ¿No confesaron unánimemente que su competencia provenía de Dios; que cuando eran débiles eran fuertes; que en sí mismos no eran nada? Pregunto, ¿qué opinan de estas alabanzas? ¿Qué son? ¿Acaso no serían puro viento si estos hombres realmente hubieran tenido fortaleza y poder para hacer el bien? Y, ¿qué son los himnos delante del trono: esos eternos clamores de "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero"? ¿Cómo podrían atribuir poder, y dominio, y fortaleza a Él por siempre y para siempre, si ellos hubieran tenido poder? ¿No debería haber una melodía entremezclada; mientras cantan al poder de la gracia, no debería haber algunos interludios en los que canten también al poder de la naturaleza? Si llegaran al cielo en parte por Dios y en parte por ellos mismos, ¿no deberían algunos de los arpistas cantar a la gracia, pero otros no deberían variar la melodía, al menos a intervalos, para alabar a aquel que con su propia fuerza rompió los grillos de su pecado, y mediante su propia vigilancia se preservó para vida eterna? Pensar así es una blasfemia. ¡Oh, no, hermanos míos, es debido a que no tenían poder en la tierra excepto el que Dios les dio, que no tienen cántico en el cielo excepto el cántico que exalta y alaba a Dios!”
“Supongo que otros argumentos adicionales son innecesarios, pero permítanme mencionar uno más. Si así fuera, que el hombre tuviera poder en sí mismo, ¿cuál sería la necesidad del oficio del Espíritu Santo? El oficio del Espíritu Santo se volvería de inmediato una sinecura inútil (1) si el hombre pudiera hacer cualquier cosa y todas las cosas. ¿Qué necesidad habría de que el Espíritu reviviera a los hombres si ellos pudieran dar el primer paso para volver a la vida? ¿Qué necesidad habría de ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu, si el hombre interior estuviera ya fortalecido por su propio poder natural? ¿Qué necesidad habría de que el Espíritu enseñara diariamente al pueblo de Dios si ellos pudieran instruirse a sí mismos? ¿Qué necesidad habría de que yo orara "Sosténme", si yo pudiera sostenerme a mí mismo?
Si tuviéramos fuerza propia, las oraciones para recibir ayuda espiritual serían peticiones de misericordias innecesarias. Yo afirmo que si el hombre poseyera la suficiente gracia para evitar el pecado durante una hora por sí mismo, no sería necesario que orara, al menos durante esa hora. ¿Para qué querría más fortaleza de la que necesita? ¿Habría de recibirla para luego gastarla en sus lascivias? Si fuera posible que yo llevara a cabo una sola acción santa, separado del Señor Jesús, entonces déjenme completar esa sola acción separadamente de Él. Permítanme prescindir del Espíritu Santo durante ese tiempo.
Pero ustedes se rebelan ante esa idea. Veo que les causaría horror que yo continuara hablando así. "No" -dirían ustedes- "día a día tenemos la necesidad de orar; cada hora tenemos la necesidad de confiar. 'Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.'" Me veo forzado a sentir cada día que no puedo hacer nada sin Él; mi fortaleza es enteramente Suya. El simple hecho de que los oficios del Espíritu Santo sean necesarios, por experiencia propia, demuestra que no podemos hacer nada separados de Él”.
“3. Ahora, apliquemos la doctrina. Descubrimos aquí una razón para la más profunda humildad. Creyente, ¿estás orgulloso porque has prestado un pequeño servicio a la Iglesia y a tus tiempos? ¿Quién te distingue, y qué tienes que no hayas recibido? ¡Ah!, ¿quién encendió tu lámpara, y quién te mantiene alumbrando e impide que te apagues? ¿Has vencido a la tentación? No levantes tu estandarte; no condecores tu propio pecho con gloria; pues, ¿quién te hizo fuerte en la batalla? Y, ¿quién afiló tu espada y te permitió dar en el blanco? Recuerda, no has hecho absolutamente nada por ti mismo. Si en este día eres un vaso para honra, dorado y decorado; si ahora eres un vaso precioso, lleno del perfume más dulce, tú no te hiciste a ti mismo. Tú eres arcilla y Él es el alfarero. Si eres un vaso para honra, no eres un vaso para tu propia honra, sino un vaso para honra de Aquel que te hizo. Si hoy estás en medio de tus semejantes como los ángeles están sobre los espíritus caídos: como un elegido, distinguido de ellos, recuerda, no fue nada bueno en ti lo que te convirtió en escogido, ni ha sido ninguno de tus propios esfuerzos, ni tu propio poder, lo que te ha levantado del lodo cenagoso, y lo que ha puesto tus pies sobre peña y lo que enderezó tus pasos. Quita tu corona de tu altiva cabeza, y pon tus honores a los pies de Él, que te ha dado todo. Ven con los querubines y los serafines y vela tu rostro y clama: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria por siempre y para siempre."
Y cuando estés así postrado con humildad, debes estar preparado a aprender otra lección, es decir, no debes depender otra vez de ti. Si tienes que hacer algo, no salgas a hacerlo apoyándote en un brazo de carne. Primero dobla tu rodilla y pídele poder a Quien te hace fuerte, y luego regresarás de tu labor en medio del regocijo. Pero si vas con tu propia fuerza, harás añicos la reja de tu arado sobre la roca; sembrarás la semilla junto al mar salado y sobre arena infértil, y contemplarás tus acres vacíos en los años venideros, que no producirán ni una sola brizna de hierba que alegre tu corazón. "Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos"; pero esa fortaleza no está disponible para ti en tanto que descanses en alguna fuerza propia. Él te ayudará si eres como un gusano; pero si quieres ser fuerte en ti mismo, retirará Su propio poder de ti, y causará que tropieces y caigas; y si tropiezas, considera como una dicha que no termines convertido en añicos. Aprende entonces la gracia de depender diariamente de Dios, y hazlo constantemente con la debida humildad.
Ah, hermanos y hermanas míos, quiero hablar sinceramente antes de abandonar este punto, pues se trata de un vicio común a todos nosotros: volvernos independientes. Recibimos un surtido de gracia en nuestra mano, y pensamos que gastaremos el dinero de nuestro bolsillo antes de recurrir al tesoro de nuestro Padre. Si tenemos un poco de fe y nuestro Señor nos honra con el gozo de Su presencia, entonces nos engreímos de tal manera que clamamos: "Mi monte está firme; no seré jamás conmovido".
¡Ah!, siempre hay una prueba a la mano. ¿No es cierto que nosotros nos generamos la mayoría de nuestras pruebas por nuestra jactancia, y encendemos nuestro propio horno con el combustible de nuestra altivez? Si fuésemos más semejantes a los niños, y descansáramos más simplemente en el poder del Espíritu, ¿no seríamos más felices? ¿Acaso Dios nuestro Padre no esconde Su rostro, porque si viéramos demasiado Su rostro, podríamos exaltarnos sin medida? ¿Acaso esa espina no rasga nuestra carne porque de otra manera permaneceríamos acostados sobre el lecho de la seguridad carnal y dormiríamos durante todo el día?
¡Oh!, podríamos estar siempre en la cima de la montaña, si no tuviésemos cabezas tan aturdidas y pies tan resbalosos. Podríamos tener siempre nuestras bocas llenas de dulzura, si no fuera porque somos tan débiles que no podemos soportar siempre estas dulces cosas, y debemos dar un trago de ajenjo para ser conducidos otra vez, mediante un tónico amargo, a un estado saludable de alma”.
La iglesia de Efeso ya no estaba en la cima de la montaña, y aunque en apariencia era perfecta, había caído y YESHÚA que estaba al tanto de cada una de las cosas que allí ocurrían, se lo hizo saber a través del apóstol JUAN.
NOS VEMOS EN EL PREÁMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO , VESTIDOS DE LINO FINO RESPLANDECIENTE.
Comments