MENSAJE A LAS 7 IGLESIAS 8va PARTE PÉRGAMO I
- LA VERDAD EN YESHÚA
- 6 jun 2019
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MENSAJE A LAS 7 IGLESIAS 8va PARTE PÉRGAMO I
Apocalipsis 2:13
13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
Pérgamo era una ciudad que se enorgullecía de tener varios templos dedicados al culto Imperial Romano. En el periodo romano, la ciudad de Pérgamo, una antigua capital administrativa del Asia menor que más tarde se trasladó a Éfeso, llegó a ser el emblema del patriotismo romano expresado en devoción religiosa. Como en la mayoría de las ciudades griegas, Pérgamo presumía de tener un teatro, estadio, biblioteca y un centro de salud dedicado a Esculapio entre otros edificios que eran parte de la vida cotidiana en el mundo greco-romano.
La ocasión en que se estableció el culto a Esculapio en Roma, merece ser contada. Los romanos, afligidos por la peste, consultaron los libros de las sibilas, para ser liberados de esta plaga.
Las Sibilas, aunque eran personajes de la mitología griega y romana, también están presentes en las tradiciones cristianas y en el judaísmo de los siglos I a.n.e. y I d.n.e. Se trata de una profetisa, inspirada en ocasiones por Apolo, mujeres especiales a las que se les atribuía la capacidad de prever el futuro.
Según algunas tradiciones, todo comenzó con una joven hija del troyano Dárdano y su unión con Neso (hija del gobernador Teucro). Esta joven estaba dotada del don de la profecía y tenía una gran reputación como adivina. Su nombre era Sibila y por eso desde entonces vienen llamándose así a todas las mujeres que ejercieron esa capacidad de profetizar.
Otras tradiciones, sin embargo, afirman que su padre fue Zeus, fruto de su relación con una hija de Poseidón llamada Lamia, por lo que su don es de origen divino.
Se afirmaba que las Sibilas habían adquirido la facultad de vislumbrar el futuro mediante su natural inspiración toda vez que eran interpeladas, pero también podían actuar de modo propio, impelidas por sus impulsivos designios, entre los cuales figuraban frecuentemente la predicción de grandes calamidades.
Distintos países en diferentes siglos tuvieron sus sibilas y conservaron las predicciones que llevaban sus nombres, formando colecciones de ellas.
Allí aprendieron que era preciso ir a Epidauro a buscar a Esculapio y traerlo a Roma. Fueron enviados, pues, unos diputados a Epidauro; cuando llegaron les condujeron al templo de Esculapio, que distaba unas cinco millas de Epidauro. Entonces apareció una serpiente en las calles de la ciudad, sin embargo yendo y viniendo muy tranquilamente durante tres días consecutivos, al cabo de los cuales se metió en el barco de los romanos y se alojó en la cámara de uno de los embajadores. Los sacerdotes del templo aseguraron a los romanos que Esculapio se mostraría a los epidaureos bajo esta forma, aunque muy raramente, porque siempre que se manifestara sería un dichoso presagio para ellos y estaría a su cuidado.
Los romanos muy satisfechos emprendieron el regreso a Roma y cuando el barco atracó en Ancio, la serpiente que hasta allí había permanecido en el barco muy tranquila, descendió a tierra y fue a refugiarse en el templo de Esculapio que no estaba muy lejos de allí. Permaneció allí tres días y volvió al barco que levantó velas y atracó en la isla de Tibre; la serpiente descendió y se ocultó entre unas cañas. Desde ese momento la peste cesó. Los romanos pensaron que Esculapio había elegido este lugar como morada y construyeron un templo en su honor. Ovidio también cuenta lo mismo.
“Ya hemos explicado suficientemente lo que se ha de entender por Esculapio y el por qué la serpiente le era consagrada. La séptima de las figuras jeroglíficas de Abraham el judío, aportadas por Flamel, representa un desierto en el cual hay muchas serpientes que se arrastran y tres fuentes de agua que brotan allí, porque la serpiente es el símbolo de la materia de la que está compuesto Esculapio o la medicina dorada; es por lo que se ha figurado que Panacea, Jaso e Higiea fueron sus hijas, pues si se llamó curación y salud a las hijas de un médico, con más razón a las hijas de la medicina, puesto que la medicina no da la salud sino que ordena los remedios que la procuran.”
El báculo o vara de Asclepio para los griegos, o Esculapio para los romanos ) es un antiguo símbolo asociado con el dios griego Asclepio y con la curación de enfermos mediante medicina. Se trata de una vara con una serpiente enrollada, representando al dios griego Asclepio, o Esculapio para los romanos. En la mitología griega, Asclepio tenía una vara que tenía el poder de curar todas las enfermedades.
Este símbolo es utilizado por organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Americana Médica y de Osteopatía, la Asociación Australiana y Británica Médica3 y diversas facultades de medicina en todo el mundo.
El nombre del símbolo deriva de su precoz y extensa asociación con Asclepio, hijo de Apolo, quien era un practicante de la medicina en la antigua mitología griega. Sus atributos, la serpiente y la vara, a veces por separado en la antigüedad, se combinan en este símbolo.4
La vara es el símbolo de la profesión médica, y la serpiente, que muda periódicamente de piel, simboliza, por lo tanto, el rejuvenecimiento. Fue instruido en la medicina por el centauro Quirón.
La serpiente se consideraba en muchas culturas capaz de resucitar a los muertos y Esculapio en su afán de sanación iba resucitando a la gente difunta que veía (por ejemplo a Hipólito, hijo de Teseo, Esculapio/Asclepio le revivió con una hierba milagrosa que le llevó la serpiente). Hades, Rey de los Infiernos, molesto por la reducción de los enviados a su reino fue a quejarse del uso que Esculapio hacía de la serpiente, así pues como medida salomónica, Zeus optó por anular la capacidad de la resurrección y dotándola solamente de la sanación. De ahí su estrecha relación con el mundo médico.
El centro de salud (Esclepión) de Pérgamo, fue considerado como sede (cuartel general) de una gran red de centros de salud a través del Imperio Romano. Durante muchos años, Galeno, el más renombrado médico del Imperio Romano y médico personal del emperador Marco Aurelio, trabajó en este “esclepión”. La biblioteca de Pérgamo estaba considerada como la segunda después de la mundialmente famosa Biblioteca de Alejandría. La biblioteca de Pérgamo presumía, según Plutarco, de tener más de 200 mil volúmenes. Otro relato dice que Marco Antonio, el comandante militar romano, legó la colección a Cleopatra como compensación por la destrucción total de la Biblioteca de Alejandría por Julio César.
Más que templos al Emperador e incluso a los dioses de Roma, la ciudad tenía el honor de albergar y mantener el templo de Zeus – Padre de todos los dioses y de la humanidad y gobernador del Olimpo en el Monte Olimpo según las antiguas creencias griegas. Zeus estaba cercanamente asociado con Júpiter, la deidad romana cuyo nombre significa el cielo, o literalmente “padre celestial” dios.
Júpiter (en latín: Iuppiter), también llamado Jove (Iovis), es el principal dios de la mitología romana, padre de dioses y de hombres (pater deorum et hominum). Su equivalente griego es Zeus (en griego antiguo Ζεύς Zéus), aunque esta deidad latina no fue tomada de la mitología griega, como sí ocurrió en otros casos, sino que ambas provienen de la misma figura mitológica indoeuropea. Sus atributos son el águila, el rayo, y el cetro.
En la actualidad, el dios Júpiter es adorado por grupos religiosos de reconstruccionismo pagano como el Camino Romano a los Dioses, Nova Roma, entre otros, que buscan la renovación de la religión romana antigua.
Hijo de Saturno y Ops, Júpiter fue la deidad suprema de la tríada capitolina, integrada además por su hermana y esposa, Juno, y por su hija, Minerva.
El culto a Júpiter, de probable origen sabino, fue introducido en Roma por Numa Pompilio. En el mayor templo romano, construido en su honor en la colina Capitolina, fue venerado como Iuppiter Optimus Maximus (‘Júpiter, el mejor y más grande’), protector de la Ciudad y del Estado romano, de quien emanan la autoridad, las leyes y el orden social. Cicerón le llama numen praestantissimae mentis, «la sobrecogedora presencia de una mente suprema».
Durante la República, era la divinidad a la que el cónsul dirigía sus plegarias al iniciar su mandato.En el Imperio, con la introducción del culto imperial, Júpiter dejó de ser la única personificación de la máxima grandeza, aunque varios emperadores le hicieron su dios tutelar, o bien se incorporaron a sí mismos sus atributos. César Augusto decía tener sueños enviados directamente por Júpiter.5 Calígula se hizo llamar Optimus Maximus, y comunicó, mediante un puente, su palacio, en el monte palatino con el Templo de Júpiter Capitolino.
La palabra latina Iuppiter (Júpiter) proviene de las raíces indoeuropeas dyu-, que significa "luz", y piter, que hace referencia a pater, y que significa "padre"; es decir: El padre de la luz.En cuanto a la palabra latina deus ("dios"), así como su variante divus ("divino", o "divinidad"), que están ambas en la base de la palabra castellana "dios", significan literalmente "ser de luz", puesto que se entendía que los dioses estaban hechos de la misma materia que la luz. Este origen también está en la base de la palabra Iovis ("Jove", otro nombre para Júpiter, de donde proviene la palabra castellana "jovial"). Por otra parte, la palabra griega Zeus también procede de una raíz indoeuropea: dyeuis.
El altar a Zeus era una de las estructuras más impresionantes de Pérgamo. La escalinata del altar, las columnas y las esculturas adyacentes tenían como 40 pies (12 metros) de altura. Hoy, solo los escalones alrededor de la base del altar se pueden ver en el Museo de Pérgamo en Berlín. Los laterales del altar estaban ornamentados con paneles de mármol que describían la batalla mítica entre los dioses griegos y los gigantes rebeldes hijos de la Madre Tierra.
Muchos han sugerido que este altar a Zeus es lo que está mencionado como el trono de Satán en el vs. 13. Pero existe otro número de posibilidades – tales como la sede del culto de Asclepio o una concentración del culto imperial y romano en esa ciudad. , en la antigua Roma, la imagen de una espada y especialmente la espada de doble filo era altamente simbólico. Por eso, en esa ciudad, se podía decir con certeza que estaba emplazado el trono de Satanás, el símbolo de la ley y la autoridad del Imperio Romano. Cristo se presenta a sí mismo a la asamblea de seguidores del Dios de Israel en Cristo como “el que tiene la espada de doble filo”. Si la identificación anterior del trono de Satanás como el culto al Imperio Romano es correcta, entonces tendría un perfecto sentido para que Cristo fuese presentado como alguien con la autoridad de la espada de doble filo.
La figuras antes descritas: el culto a esculapio, el templo de Zeus , padre de dioses, serpiente y la espada romana de 2 filos, representan en conjunto el trono de satanás. La iglesia de Pérgamo no la tenía fácil y YEHOSHÚA se lo hace saber: SÉ DONDE MORAS, EL no ignora ninguna de nuestras situaciones. El siempre está en medio de los candeleros de oro, que son su iglesia.
Morando donde se rendía culto a satanás mismo, retenía su fe en YEHOSHÚA, el creyente no tiene por qué temer la espada; sin embargo, esta confianza no puede ser apoyada sin obediencia constante. Nuestro Señor se da cuenta de todas las desventajas y ventajas que tenemos para el servicio en los lugares en que habitamos, así que él se da cuenta de nuestras tentaciones y desalientos.
Pérgamo era el centro administrativo de Asia, lo cual quiere decir que era el centro del culto al César para toda la provincia. ¿Qué implicaba esto? Recordemos que cuando se escribió Apocalipsis, el culto al César era una religión que cubría todo el vasto imperio romano. Y fue por negarse a someterse a sus exigencias por lo que fueron perseguidos y muertos los cristianos. Su principio era que el emperador reinante, era un dios. Una vez al año, todos los habitantes del imperio romano tenían que presentarse a los magistrados y quemar un poco de incienso a la divinidad del César y decir: "César es Señor", después de lo cual cada uno podía ir a adorar a sus respectivos dioses. Pero antes debían de pasar por aquella ceremonia so pena de parecer desleales al César.
Esta ley colocó a los cristianos de Pérgamo en una situación sumamente delicada, era un lugar donde se obligaba, bajo pena de muerte, a tomar el nombre de Kyrios, Señor, y aplicárselo al César en lugar de Cristo, y esa ofensa era una práctica que un verdadero seguidor de Jesucristo, un leal cristiano, no haría jamás. Esa ley, esa obligación, podía considerarse satánica. Pérgamo fue, de hecho, la primera ciudad de Asia donde se erigió un templo en honor a César.
Pérgamo era un lugar donde se obligaba, bajo pena de muerte, a tomar el nombre de Kyrios, Señor, y aplicárselo al César en lugar de Cristo, y esa ofensa era una práctica que un verdadero seguidor de YEHOSHÚA, un leal cristiano, no haría jamás. Esa ley, esa obligación, podía considerarse satánica. Pérgamo fue, de hecho, la primera ciudad de Asia donde se erigió un templo en honor a César. Esto agravaba la situación de los creyentes, unido a los cultos antes descritos.
Los gobernadores romanos se dividían en dos clases: los que tenían el derecho a llevar la espada, y los que carecían de ese privilegio. Los que tenían el derecho de la espada, también tenían el derecho y el poder decidir entre vida o la muerte; lo que significaba que su palabra era la sentencia definitiva, que se ejecutaba en el lugar y el momento.
El procónsul, que tenía la sede en Pérgamo, tenía ese poder y podía usarlo contra los cristianos en cualquier momento. Pero esta carta les recordaba a los cristianos, que la "última palabra", la tiene siempre el Cristo resucitado, que es el que tiene la verdadera espada aguda de doble filo. El poder de Roma podía ser satánicamente poderoso, pero el poder YEHOSHÚA Resucitado era infinitamente mayor.
Así pues, ser cristiano en Pérgamo era, como lo llamaría Cromwell, "un compromiso muy difícil". El culto obligado al César suponía una constante amenaza de muerte que podía caer sobre ellos en cualquier momento, pero YEHOSHÚA, el Cristo Resucitado, les dice a los cristianos, "Yo sé dónde estás"; sé dónde vives, en una ciudad, hermosa y culta, pero donde la presencia y el dominio de Satanás es especialmente intenso.
Puede que nos parezca que sería más fácil ser cristiano en algún otro lugar, y en otras circunstancias, pero el deber del cristiano es dar testimonio de Cristo donde la vida le ha colocado, en cualquier circunstancia, en cualquier situación. Se cuenta de una joven que había aceptado a YEHOSHÚA en su corazón, había experimentado su conversión a Dios. Era periodista y trabajaba en un periódico comercial, secular; su primera decisión fue buscarse otro trabajo en un pequeño periódico cristiano, para encontrarse en un ambiente cristiano, porque quería estar permanentemente entre cristianos practicantes. Eso es como salir huyendo de la realidad, de la sociedad que nos rodea. Cuanto más difícil sea vivir y ser cristiano, en cualquier cúmulo de circunstancias, mayor será la obligación de permanecer en aquella situación. Dios está en control de nuestra vida y de todos y cada una de las circunstancias a las que nos enfrentamos. Él siempre está dispuesto a fortalecernos en la fe, llenarnos de Su gozo y paz, y sólo así es como podemos ser faros verdaderos que reflejan Su luz en un mundo lleno de oscuridad y temor. Si los cristianos de los primeros días hubieran salido huyendo cada vez que se les presentaba un compromiso difícil, no habría existido la posibilidad de la extensión del Evangelio, del Reino de Dios en el mundo.
Los cristianos de Pérgamo demostraron que era perfectamente posible ser cristianos, incluso a pesar de sus difíciles circunstancias. Hasta bajo pena de muerte y el martirio, ellos no se acobardaban ante tan difícil circunstancia.
NOS VEMOS EN EL PREÁMBULO DE LAS BODAS DEL CORDERO VESTIDOS DE LINO FINO RESPLANDECIENTE………..
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